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Perdidos en las montañas de Machetá

por: Omar Gamboa

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VIDEO. Aprendieron la lección: siempre deben ir preparados para cualquier contingencia. Los recuperó el chocolate en leche y la “aguadepanela” con queso que difícilmente se mantenían caliente a las 5 de la madrugada y a 2 mil 700 metros sobre el nivel del mar. A esa hora la temperatura se acerca a los ceros grados en el vecindario de la laguna Las Petacas o El Cerro, un paradisíaco territorio de alta montaña, en realidad un paramo, que aún conserva muy buena parte de su generosa naturaleza; deslumbra, cautiva; es uno de los codiciados atractivos turísticos de Cundinamarca.

Informe Especial

Tres horas antes unos “amigos de un amigo” de uno de los excursionistas, quienes conocen de sobra el terreno, los ubicó hacia las 2 de la madrugada; se ayudaron con un GPS y las indicaciones que les habían entregado cuando fueron alertados sobre el riesgo en que se encontraban los exploradores.

A lo lejos y en medio de la oscuridad, luego de caminar varias horas, alcanzaron a ver unas luces nada comunes; eran de los celulares que trataban de manipular en desesperados intentos por ponerse en contacto con el resto del mundo.

Facilitando camino a punta de machete se encaminaron en esa dirección, un punto muy cerca de la cresta de la montaña, en donde presumían se encontraban los extraviados.

Así era; allí los encontraron bajo marcados síntomas de hipotermia y bajas temperaturas corporales que mitigaron consumiendo una “lonja de bocadillo” que uno de ellos había llevado más por gusto que por precaución. “Si no hubiese sido por ellos habrían tenido que pasar la noche entera con todo y sus riesgos”.

Trataban de calentarse unos a otros lo cual palió las bajas temperaturas, pero no los puso fuera del riesgo de una progresiva hipotermia. En realidad fueron encontrados oportunamente.

Ya en la vivienda campesina de sus rescatistas, además de las bebidas calientes, les brindaron agua casi hirviendo en donde colocaron sus pies, con lo cual pudieron ir recobrando el calor corporal.

Con ese primer “tratamiento” lograron completar la recuperación durmiendo un poco tras pasar la odisea en vela. Sus samaritanos también les tenían cinco camas preparadas para cada uno de ellos.

Los dueños de casa evitaron cualquier ruido, incluso el de los animales domésticos y los propios de las acostumbradas labranzas. Despertaron a media mañana, tal vez las 10, cuando llegaron los rescatistas de la Policía y los Bomberos que habían partido en su búsqueda antes de las primeras luces del día.

Habían sido enterados de la suerte de los excursionistas hacia las 5 de la tarde de ese lunes festivo del Puente de San José, avisados por los jóvenes quienes, sin mayores alternativas, decidieron acampar, con todo y su riesgo, a la espera de un nuevo día para retornar al más cercano centro urbano, a Machetá de donde salieron a pie tras llegar en bus procedentes de Bogotá, o a Manta también posible alternativa próxima.

Los uniformados y socorristas, instruidos por el comandante de la Policía del Distrito en Chocontá, norte de Cundinamarca, mayor Marco Emilio Sandoval, junto a Bomberos de la misma ciudad, iban preparados con toda la logística requerida para circunstancias de este tipo.

Tras varias horas de rastreo por la zona en donde presumían se refugiaban los jóvenes, fueron avisados de que éstos se encontraban a salvo ya en casa de quienes los sacaron del bosque horas antes.

Partieron, mayormente, unidades de Manta entre ellos el intendente Yassir Holguín Bonilla; igualmente acudieron efectivos de Tibirita, Guatavita y Gusca todos pertenecientes a la Policía Cundinamarca. Fue una movilización importante.

De regreso en vehículos oficiales, hacia el mediodía, fueron recibidos con elaboradas viandas a manera de festejos y como parte final de una aventura que “valió” la pena.

Agradecieron a Dios, “como buenos creyentes”, quien, resaltan, escuchó las oraciones que repasaron una y otra vez mientras permanecieron en la soledad del bosque nativo, apenas acompañados por uno que otro animal de monte que sorprendidos se aventuraban ante la extraña visita.

La odisea que vivieron Yesica Marcela Agudelo; Fabián Augusto Correa, Wilson Geovanny Zarate, Juan Guillermo Barreto y Ana Isabel Castañeda, además de una buena historia, deja experiencia y lecciones a tener en cuenta: que cuando se trate de caminatas ecológicas, especialmente si no se conoce el terreno, deben tomarse todas las precauciones del caso.

No pudieron conocer “La Petaca” pero van a regresar; tiene planeado visitar a sus rescatistas en las montañas cerca de la laguna; quién sabe si les da por buscarla estando cerca.

Lo cierto es que no abandonarán su espíritu aventurero sobre todo si se trata de rendir culto a la naturaleza; de llamar la atención sobre la imperiosa necesidad de protegerla y hacer cuanto sea para ponerla a salvo de la depredadora intervención de algunos seres a quienes solo mueve el interés monetario.

Penosa marcha de los socorristas atravesando espeso bosque nativo en busca de los excursionistas perdidos en las montañas de Manta, Cundinamarca
Encuentro de la Policía y bomberos con los jóvenes excursionistas frente a la casa rural hasta donde fueron inicialmente llevados por los "amigos del amigo" quienes los rescataron la madrugada del pasado martes
Laguna La Petaca o del Cerro a la cual no pudieron conocer los jóvenes excursionsitas bogotanos
https://www.youtube.com/watch?v=6SCsxjygZ0E&feature=youtu.be

*Aporte informativo del corresponsal Nelson Rubiano Rey

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