Si usted tiene un pequeño supermercado de barrio y los amigos de lo ajeno lo visitan con frecuencia, le quitan lo que encuentran en su caja y la policía que acude “prontamente” a su llamado, se limita a tomar sus declaraciones para llenar los respectivos reportes, a fin de que otros funcionarios puedan completar las estadísticas sobre inseguridad en su sector, seguramente su opción de protección, será la de contratar un guarda de seguridad para que le ayude a salvaguardar sus bienes.
Opinión
Por: Fusunga
En el municipio de Soacha encontramos un grupo de mujeres que, con el beneplácito y respaldo de la Policía, apoyadas por cámaras de video comunitarias en un frente de seguridad, detectan a los ladrones y con palos salen en manada a proteger sus hogares y sus familias.
Si podemos mirar con buenos ojos, que el dueño del pequeño supermercado o las mujeres del grupo comunitario de Soacha, se defiendan ante la desprotección del estado, ¿por qué no podemos aceptar que el expresidente Álvaro Uribe Vélez y algunos hacendados del norte del país ante el asedio de la guerrilla, hayan conformado sus propios grupos de seguridad en una decisión legítima para la protección de sus propiedades?
¿Porque no podemos aceptar, que las decisiones que tomó Álvaro Uribe como presidente de la República, en relación con el enfrentamiento armado en contra de la guerrilla fueron acertadas, al punto que las tuvo al borde de su aniquilación y nos brindó a los colombianos un poco de tranquilidad ante el gran poder que alcanzaron a lograr estos grupos al margen de la ley?.
¿Porque no podemos aceptar que redujo los secuestros y asesinatos, que hizo crecer la economía y creó un ambiente de paz? ¿Porque somos capaces de desconocer que a pesar de todo fue un buen presidente?
Si hacemos un análisis simple de la situación en Colombia, encontramos que lo que ha sucedido en nuestro país, ha sido que las cosas se han salido de su curso normal.
Qué tal que el guarda de seguridad del pequeño supermercado empiece a hostigar a los clientes y vecinos, o que las señoras de Soacha cambien sus palos por armas de fuego, o que empiecen a cobrar por mantener la seguridad del barrio.
Eso fue lo que sucedió con las hoy conocidas “Autodefensas”, se salieron de la autoridad de sus creadores y dieron origen a sus propias organizaciones, emprendieron una guerra contra la guerrilla, buscaron la estabilidad de sus finanzas en los negocios ilícitos y fueron los autores de las masacres más violentas que hemos tenido en Colombia.
El pueblo colombiano por la sublevación y actos criminales de estos y por la publicidad negra en contra de Álvaro Uribe, tilda al expresidente de paramilitar, de narco guerrillero y de una serie de calificativos que denigran del buen nombre y la dignidad del exmandatario.
Hoy, Álvaro Uribe, se encuentra en la mira de la justicia y la de sus enemigos políticos por las decisiones y actos que al margen de la ley se pudieron cometer durante el ejercicio de su vida pública.
Él debe responder por esos actos como cualquier otro colombiano, pero nosotros no podemos desconocer que ha sido uno de los líderes más importantes que ha tenido el país, y que con los más altos índices de popularidad, se hizo presidente por segunda y casi por tercera vez consecutiva,
No nos equivocamos cuando lo elegimos Presidente de la República, él tomo las decisiones que en su momento se tenían que tomar, eran necesarias para sacar adelante al país.
Sin embargo, si nos equivocamos cuando seguimos sus recomendaciones y elegimos a un presidente que tenía la aspiración de lograr el Premio Nobel de la Paz al precio que fuera; que cesó la presión contra las fuerzas insurgentes que se volvieron a fortalecer y firmó unos acuerdos desventajosos que a la fecha no le han dado al pueblo colombiano la paz que con tanto anhelo espera.
También nos equivocamos, cuando siguiendo nuevamente sus recomendaciones elegimos a un presidente que ha preferido gobernar para los grandes emporios económicos del país, que está poniendo todos los poderes del estado a su servicio, y que se ha olvidado de darle oportunidades a un pueblo sufrido que lo único que quiere es sacar adelante sus empresas y sus familias con el esfuerzo honrado de su trabajo.
Tenemos que ser muy cuidadosos al momento de elegir a nuestros mandatarios porque de eso depende nuestro futuro, sin dejarnos llevar por la polarización política o las órdenes de los gamonales de turno, revisar muy bien las hojas de vida de los aspirantes, estudiar sus antecedentes legales y las obras que han realizado para merecer ser nuestros gobernantes.
Seguir el ejemplo de los medellinenses que no se equivocaron al escoger a Daniel Quintero como su alcalde municipal, o a los cundinamarqueses que acertamos en la escogencia de Nicolás García Bustos como gobernador, dirigentes que además de tener conciencia social, también son grandes estadistas, tienen conocimiento de Estado, estilo gerencial y capacidad como gobernantes.
Seguramente habrá muchos más ejemplos a lo largo y ancho del país, pero el mensaje es muy claro: la época de Uribe ya pasó y la solución tampoco se encuentra en un cambio brusco del estilo de gobierno que ponga en peligro nuestra democracia. Es solo saber tomar las decisiones cuando tengamos que escoger a nuestros mandatarios.