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“Le sacaron la piedra a las ratas”

por: Omar Gamboa

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Escalofriantes cifras sobre presuntos actos de corrupción en la compra de alimentos e insumos para enfrentar la pandemia. Cuatrocientos alcaldes y veinticuatro gobernadores en la mira de la Contraloría, Procuraduría y Fiscalía General de la Nación.   Opinión Por: Bernabé Gámez Hernández Mientras los colombianos aún sentimos miedo por la furia de esta pandemia, “las ratas” de los dineros públicos dan muestras de estar en un soberbio concierto de corrupción a instancias de los recursos que fueron destinados para la compra de alimentos y de los insumos para enfrentar parcialmente la crisis de la salud. Cuando los alcaldes y gobernadores se encontraban socializando sus planes de desarrollo para sus municipios y departamentos, apareció “un bichito” que rápidamente, por su peligrosidad, llegó a intimidar a toda la humanidad y nos obligó a un encierro insoportable del cual todavía no salimos; a nuestro país lo llevó a una crisis económica y social de consecuencias insospechadas y rompió escandalosamente el orden institucional. Luego viene el cierre de empresas, el despido de millones de empleados y trabajadores; desaparece el trabajo informal; el dinero comienza a escasear en los bosillos de las personas, el hambre se traga al ser humano y entonces los gobernantes nacionales comienzan a determinar las ayudas para aquellas personas afectadas por la acción destructiva de la pandemia. Luego de todos los episodios referidos se encuentra lo inesperado; los recursos destinados por el presidente IVAN DUQUE a alcaldes y gobernadores fueron a parar a manos de contratistas y funcionarios para alimentar su apetito desenfrenado, poseídos por un virus más  letal que el COVID-19, “el virus de la corrupción”. En la compra de alimentos e insumos se inició el festín del billete para los bandidos de cuello blanco, se descubrieron los sobrecostos en una gran parte de los municipios y pusieron a trabajar a todos los organismos de control. INCREIBLE ACONTECIMIENTO La Contraloría y sus funcionarios, respaldados por el procurador Carrillo y el fiscal Barbosa, tienen a cuatrocientos alcaldes y veinticuatro gobernadores en la mira, y ya se anuncia un gran paquete de medidas de aseguramiento contra estos personajillos hambrientos de dinero fácil y, lo más grave, es que dichos recursos tenían un destino humanitario y, de pronto, con buenas intenciones. Que Horror”. Lo anterior nos indica que muchos gobernantes regionales se prepararon con un juicio especial para robarse los dineros oficiales; que vergüenza; en la academia al parecer se contemplaba incluir la cátedra de “Magister en torcidos, robos y corrupción”. Oiga, no hay derecho a tanta descomposición, los principios y valores humanos volaron en pedazos y lo único que salva a este planeta es una barrida con características de apocalipsis. LO BUENO ESTA POR VENIR Estos episodios son el abrebocas de lo que va a ocurrir en las regiones. En pocos meses vendrá la ejecución de los planes de desarrollo. Son una especie de proyectos que ya tienen recursos para su ejecución y algunos buscarán la financiación a través de los organismos del Estado. Los colombianos no nos alcanzamos ni a imaginar los alcances de la corrupción cuando los burgomaestres comiencen a firmar los contratos a ejecutar. Será algo monstruoso, y de unas mayúsculas consecuencias para la vida nacional, que luego de la crisis de la salud tendrá que esperar unos cinco años para su recuperación, particularmente la economía y los asuntos sociales. A los empleados públicos en lo sucesivo habrá que convocarles a unas conferencias sobre la moral, buenas costumbres y a la aplicación rigurosa del décimo mandamiento de la Ley de Dios que dio origen a la vida “no codiciaras los bienes ajenos” El Estado colombiano es paternalista; actualmente dispone de por lo menos un millón de empleos que superan el millón de pesos. Los organismos del estado no han establecido que promedio de funcionarios del orden nacional, departamental y municipal hacen parte del siniestro equipo de corruptos en las dependencias oficiales; tarea difícil y a pesar de la contundencia de los organismos de control Será imposible quebrarle el espinazo a los corruptos porque muchos de ellos tienen mentalidades prodigiosas y no las colocan al servicio del Estado, sino a crear estructuras diabólicas para penetrar todo el esquema presupuestal de la nación. En los últimos tres años, Colombia había estado en los números medios del ranking (promedio entre 36 y 43), ocupando los puestos 90, 96 y 99 de 180 países. Sin embargo en el 2020, el país saltó al primer lugar, de acuerdo con un estudio realizado por Transparencia Internacional, organización no gubernamental que define la corrupción como “mal uso del poder público para el beneficio privado”. Es muy triste que lo anterior esté sucediendo y que en el corto plazo no encontremos la fórmula salvadora para exterminar este virus que rompe la estabilidad que alimenta el estado social de derecho. ¿Por qué no comenzamos a construir la nueva sociedad cuando Colombia en muy pocos meses va a elegir el nuevo Congreso de la República? No más petros, uribes, barreras, benedettis, gavirias, pastranas, márques, es decir toda la cápsula politiquera contaminada por los vicios de la manzanilla, el engaño, la mentira, el desprecio, la perversidad y la arrogancia frente a una sociedad frágil, debilitada por el poder maquiavélico de quienes se convierten en soporte de una estructura maltrecha por la descomposición. Si cometemos otro error político, para nuestros herederos no brillara la luz de la esperanza ni las satisfacciones propias del ser humano. *Imágenes tomadas de La Patria de Manizales (Ricky) y Pinterest (Matador)