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Servicio de Comercio al Día: Concejo Municipal de Fusagasugá

Servicio de Comercio al Día: Gobernación de Cundinamarca

En Montañas Azules, se trabaja con el corazón.

Por: Alejandro

Más de mil familias originarias de veinticinco departamentos del país, afectadas por sus dificultades económicas, han sido respaldadas por la Fundación Montañas Azules. Este programa social se ha encargado de cubrir todo aquello que el Sistema de Seguridad Social no ofrece a sus afiliados, como el hospedaje, la alimentación, los elementos de aseo, el transporte, algunos exámenes diagnósticos, medicamentos no incluidos en el Plan Obligatorio de Salud (POS), entre otros.

 

Aporte informativo FCV

La ayuda ha hecho que más vidas se muevan a favor de esta causa. El señor Duberley González Restrepo salió de sala de cirugía el pasado 12 de agosto. Después de viajar desde Muzo, Boyacá −su lugar de origen−, llegó a Bucaramanga para recibir tratamiento médico.

Se moviliza en muletas o en silla de ruedas debido a que un problema vascular lo obligó a perder su pierna izquierda. Aunque no contaba con el dinero suficiente para costear sus gastos básicos en la ciudad, vio una ‘luz’ en medio de su penumbra y del dolor que lo aquejaba, gracias a un programa social que le brindó ayuda.

Don ‘Duber’, como le dicen algunos de sus conocidos, cuenta que está satisfecho y que se siente mucho mejor. Hoy, agradece que le salvaron la vida, y que por cuenta de una iniciativa a pacientes de escasos recursos, pudo beneficiarse de una atención oportuna y especializada.

Así como él, son muchas las personas en el país que tienen situaciones de salud complejas y buscan una mano amiga. De acuerdo con el texto “La salud en Colombia: más cobertura pero menos acceso”, publicado dentro de la serie “Documentos de Trabajo Sobre Economía Regional”, del Banco de la República, existen barreras que pueden evitar que un usuario reciba atención médica en caso de requerirlo.

Algunas de ellas tienen que ver con la falta de dinero o la necesidad de atención médica percibida por las personas. En vista de lo anterior, hace trece años nació la Fundación Montañas Azules, un proyecto humanitario que apoya a pacientes y acompañantes remitidos a la FCV desde otras regiones, para que tengan las soluciones de salud que ameriten, sin inconvenientes.

“Acompañamos a las familias; ofrecemos alimentación y hospedaje gratuito, les colaboramos con los transportes, y les ayudamos a resolver todo lo que necesitan en cuanto a citas”, asegura Lucero de Castillo, fundadora del programa.

“Nosotros, a través de servicio al cliente y de toda la estructura que tenemos establecida, sabemos a quién es preciso brindarle esa ayuda”, relata por su parte Maribel Calderón Mejía, administradora de la fundación, al tiempo que agrega que la entidad dispone de orientación psicosocial para que los pacientes sigan adelante pese a los obstáculos de la enfermedad.

Relatos de esperanza Si bien se realiza gestión con las Entidades Promotoras de Salud (EPS), muchos usuarios del régimen subsidiado viven una precaria situación económica y no cuentan con recursos suficientes para su manutención.

Frente a la situación, Montañas Azules ha construido dos casas de acogida para solventar algunos de sus apuros. La primera de ellas, levantada en el barrio Villabel −Floridablanca−, hace diez años, atiende hoy entre 35 y 45 personas. Además de ésta, desde octubre de 2015 funciona otro domicilio, ubicado en Cañaveral.

Con capacidad para hospedar a 28 personas más, la casa Panamericana ha suplido también las necesidades de los pacientes. Adicionalmente y según reportes de la organización, de 25 a 30 personas tienen a diario, servicio de alimentación gratuita. Sandra Milena Díaz, coordinadora del primer albergue, se encarga de recibir a los visitantes y de enseñarles su nuevo hogar.

“Ésta ha sido una experiencia muy bonita, me ha permitido crecer como persona”, asegura, mientras una sonrisa se dibuja en su cara. Sandra los conoce a todos, ha aprendido de sus historias, de sus costumbres, y a convivir con ellos en medio de las complejidades de salud que puedan abrumarlos. Cabe destacar que el año pasado, de los 2.008 beneficiarios del programa, el 60% fueron madres cabeza de familia, el 33% correspondió a población desplazada, el 10% a grupos indígenas, y el 3% a comunidades afrocolombianas.

De acuerdo con las patologías de cada usuario, su estancia se ha prolongado periodos de hasta doce meses. Mireya Bautista Ramos, de 24 años, y Briceida, su hermana de 21, permanecieron dos meses en la ciudad. Ambas provenían del pueblo amerindio Ticuna, del Amazonas, y viajaron porque la hija de Mireya nació prematura, así que tuvieron que llevarla a urgencias pues no respiraba bien.

“No nos ha hecho falta nada, tenemos apoyo cuando no hay pañales por ejemplo, cuando se nos acaban los pañitos”, cuenta Briceida. Dice que le ha gustado hospedarse en la casa, porque “es como compartir con una familia nueva”.

La historia de Don Duberley González es similar. El señor de 62 años, que se dedicaba a la venta de chance en su población, fue intervenido en el Hospital Internacional de Colombia (HIC), y ha estado en Montañas Azules en repetidas ocasiones con su hija mayor. “Esto es una bendición de Dios para mí; si no es por este programa, yo no hubiera podido quedarme aquí para que me hicieran el tratamiento que necesitaba”, manifiesta. Para ser beneficiario, se realiza un diagnóstico de los usuarios que llegan a la FCV.

Los ‘agentes de experiencia’, después de llevar a cabo un recorrido y de conocer al paciente, lo envían a la oficina, ya sea en el Instituto Cardiovascular (ICV) o en el HIC. Allí, a través de una entrevista en la que le preguntan aspectos generales de su vida y acerca de su situación socio-económica actual, se determinan sus carencias.

“A nosotros nos buscan en la clínica, las personas de servicio al cliente nos traen al paciente, o bien, nos llaman intermediarios desde su lugar de origen. La FCV tiene embajadores en ciertas partes del país, así que ellos nos informan sobre quién requiere el servicio. Además, las Administradoras de Riesgos Laborales (ARL), que ya nos conocen, acuden a nosotros y nos piden el albergue”, explica Calderón Mejía. Un proyecto social autosostenible Si bien hay que resaltar que la fundación ha sobrevivido gracias a las donaciones tanto de la empresa privada como de la FCV, la intención de autosostenerse en el tiempo ha dado origen a la edificación de dos casas internacionales para pacientes provenientes del extranjero.

La primera fue construida en octubre de 2012 y la segunda fue dispuesta para los usuarios en febrero del año pasado. Gracias al dinero recibido por la fundación como fruto de la administración de ambas casas es que se han mantenido los hogares de acogida y se han cubierto algunos de los servicios que allí se prestan. Otra de las fuentes con las que se sostiene financieramente la iniciativa, corresponde a los bonos para fechas especiales.

Quien hace indirectamente una donación al programa, adquiere una tarjeta que se le envía a un amigo o familiar. Por ejemplo, si quiere expresar un mensaje de condolencia, en vez de llevarle flores a ese ser querido, tiene la opción regalarle una tarjeta de solidaridad, con el fin de demostrarle que lo está acompañando en su duelo.

En dicha postal queda evidenciado a través de una frase, que el dinero con el que compró la tarjeta está destinado al trabajo de Montañas Azules. Desde 2015 el programa empezó a vender batas para médicos y enfermeras −en el Hospital Internacional existe un espacio para su fortalecimiento comercial−.

De igual manera, vale la pena hacer referencia a las ventas de garaje, que se organizan dos veces al año con las donaciones de ropa en buen estado que ciertas fábricas dan de baja, y a precios cómodos para los colaboradores de la organización.

Los interesados en contribuir con la labor, lo hacen en especie a través de alimentos o diferentes artículos. También por medio de una consignación a la cuenta de ahorros número 203438411 del banco de Bogotá, que a su vez deduce impuestos de los contribuyentes. Así se endulzan vidas Sumado a lo anterior, la fundación desarrolla su propio plan de emprendimiento. Shoko, Corazón de Chocolate, es el nombre de la fábrica en donde se producen las tres líneas de chocolates gourmet con el objetivo de que todo el dinero que se recoja de sus ventas, sea reinvertido en la obra social.

Con las nuevas iniciativas, el proyecto busca construir en un plazo de año y medio un edificio para que 250 personas de bajos recursos puedan hospedarse al frente del complejo médico HIC. Asimismo, se espera que el modelo sea replicado en cada una de las sedes de la FCV, ubicadas en Santa Marta, Ibagué y Manizales.

“La Fundación Montañas Azules tiene una expectativa de crecimiento, de cobertura en el tema social, por eso creamos una fábrica de chocolates, por eso queremos hacer más albergues. Tenemos que buscar recursos para materializar esta ilusión y el compromiso que tenemos por la gente”, afirma su directora, Ana María Lian.

Los pacientes no sólo se han visto favorecidos por servicios médicos especializados, pues la institución se ha esforzado en mantener su contenido filantrópico, encaminado al beneficio de las poblaciones más pobres de Colombia.

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