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Silvania ya no es un pueblo: busca refrendar posición como destino turístico

por: Omar Gamboa

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*Silvania, Cundinamarca, reclama posición como destino turístico. “Ya no somos un pueblo de paso, somos un destino”, subraya nota periodística que hace referencia a la propuesta en marcha.  

*Informe Especial

La publicación, difundida recientemente, muestra importantes ventajas, algunas de las cuales se han consolidado y, otras, siguen tomando forma con el paso de los años. Valores fundamentales lo constituyen sus escenarios naturales y el patrimonio arquitectónico e histórico estrechamente ligados.

A lo anterior debe sumarse una serie de nuevas propuestas, la mayoría de las cuales facilitan la presencia de visitantes como la Doble Calzada o Vía Sumapaz. De acuerdo con esos planteamientos, “es hora” de que Silvania deje de ser “un testigo silencioso del paso constante de turistas y viajeros que se dirigen al suroccidente colombiano”.

NEWS del Sumapaz propone que, a diferencia de muchas poblaciones turísticas que se esconden tras variantes, ese municipio se muestre abiertamente.

El planteamiento observa como ventaja importante el hecho de que, diariamente, miles de viajeros crucen frente al territorio en ruta hacia el sur del país. Cuentan el eje cafetero, Tolima, Huila, Caquetá, Valle del Cauca, Quindío, Nariño y Cauca, “pero pasan sin saber quiénes somos”.

Silvania, un destino turístico

Aspecto fundamental de esa visión tiene relación con la nueva obra vial. La nueva infraestructura no solo facilita el tránsito, sino que nos da visibilidad. Las fachadas que antes ocultaban nuestra iglesia y el centro del pueblo han sido reiteradas: Silvania, ahora, se deja ver.

Los planteamientos son más profundos. “Durante décadas, muchos pensaban que Silvania era apenas un caserío de negocios improvisados sobre la vía, pero somos mucho más. Esta es la oportunidad para definirnos, para mostrar nuestro valor turístico, ecológico, gastronómico y cultural, pero también es una advertencia”.

Una observación especial llama la atención de las comunidades: “No podemos permitir que este crecimiento nos convierta en una extensión urbana desorganizada, como ha sucedido con otras zonas del país. El nuevo rostro de Silvania va a ser planificado. Necesitamos preservar nuestros tesoros naturales, los ríos Subia y Barro Blanco, que deben ser corredores ecológicos, no canales de aguas negras”.

También relaciona algunas de las ventajas, casi únicas, con que cuenta privilegiadamente esa ciudad. “Tenemos rutas ideales para el ciclomontañismo, senderos ecológicos que invitan al descanso; una oferta de artesanías únicas y la calidad de un pueblo que sabe recibir”.

A lo largo de buena parte su rica historia, la también conocida como “Tierra de Promisión” ha venido siendo observada como una especie de espectador silente del tránsito de turistas y camiones por la vía Panamericana.

Muchas veces confundido con un simple conjunto de negocios improvisados a orillas de la carretera, este municipio viene trabajando para posicionar su verdadero valor como destino turístico y cultural.

Historia llena de valioso contenido

La fundación de Silvania, Cundinamarca, se remonta al 21 de febrero de 1935. Cobró vida jurídica, o reconocimiento, mediante gestión de Ismael Silva, luego de la parcelación de la antigua Hacienda El Chocho.

Desde entonces, según observadores especiales, este municipio comenzó a mostrar sus bondades y atractivos que hoy la convierte en seductor destino para el turismo.

Su entorno natural privilegiado, sus ríos, senderos ecológicos y clima templado lo convierten en un lugar ideal para quienes buscan descanso, contacto con la naturaleza o experiencias gastronómicas auténticas.

Inventario de atractivos naturales

-Ríos Subia y Barro Blanco: Estos dos afluentes no solo son vitales para el ecosistema local, sino que poseen un potencial ecoturístico significativo. Se proyecta convertirlos en corredores ecológicos limpios, donde puedan realizarse caminatas, avistamiento de aves y educación ambiental.

-Senderos ecológicos: Rutas como el Camino de la Virgen del Carmen, el Sendero del Mirador de la Cruz y caminos rurales hacia veredas como Subia o San Antonio, ofrecen espectaculares vistas panorámicas del Sumapaz.

-Ciclomontañismo y deportes al aire libre: La topografía de Silvania es ideal para el ciclomontañismo, práctica que ha crecido en popularidad. Grupos deportivos de Bogotá y otras ciudades cercanas realizan recorridos que cruzan el municipio, incluyendo ascensos hacia Fusagasugá o paseos por el cañón del río Barro Blanco.

-Gastronomía tradicional: Platos típicos como el sancocho campesino, el ajiaco y las empanadas de arroz se ofrecen con orgullo en restaurantes como el de Don Alfredo y Doña Fanny. Ellos decidieron mudarse de la autopista a una “calle ecológica”, en busca de una experiencia más ordenada y placentera para sus clientes.

Cultura, arte y tradiciones

Silvania también resalta por su vida cultural. La producción artesanal incluye tejidos en fique, sombreros, alfarería y carpintería tradicional. Durante sus ferias, como el Festival del Retorno o las festividades patronales en honor a la Virgen del Rosario, se realizan exposiciones artesanales, conciertos, danzas folclóricas y concursos gastronómicos.

A nivel institucional, hay proyectos para establecer una casa de la cultura ampliada que incluya talleres permanentes de música, danza y artes plásticas para jóvenes y niños del municipio.

Simultáneamente, Silvania destaca aspectos sobre los cuales, el lleno de la comunidad quiere mostrar como uno de los objetivos fundamentales para el futuro del municipio, según algunos observadores.

En definitiva, no quiere convertirse en una expansión desordenada de las grandes urbes; busca preservar su esencia, su tranquilidad y su identidad rural mientras se abre al turismo. "Tenemos todo: cultura, productos de calidad, paisajes, historia, pero debemos creérnoslo. Esta nueva visibilidad es una oportunidad, pero también una responsabilidad".

El ejemplo de los pequeños empresarios que ya han hecho el cambio sirve de inspiración para toda la comunidad. Se trata de pensar más allá de la venta inmediata al paso, y apuntar a experiencias que inviten al retorno, que hagan de Silvania un destino recordado y recomendado.

Silvania: Casa principal de la Hacienda El Choco

La majestuosa estructura arquitectónica, por fortuna hoy en pie, se constituye en leal testimonio de la grandeza histórica productiva del país. Se constituye hoy en una evidencia de importante legado sobre el cual se cimentó muy buena parte del sector empresarial nacional.

Actualmente integrada al exclusivo Club el Bosque, la edificación, según algunas versiones históricas, allí funcionó la sede administrativa de una importante productora de café a lo largo de los siglos XVIII y parte del XIX.

La hacienda, cuyos orígenes se remontan al siglo XVII, no solo marcó una época dorada para la agricultura y la economía regional, sino que fue el escenario de una de las gestas cafetaleras más importantes del continente.

Se dice que la majestuosa Casa Señorial, o Casona, que aún se conserva en el predio, data del año 1608, y que su arquitectura conserva elementos hispano-arábigos, tan típicos de las grandes construcciones coloniales. Sin embargo, la historia moderna de la Hacienda El Chocho comienza entre 1780 y 1797, cuando Don Juan Gerónimo Liévano adquirió ocho porciones de tierras, consolidando lo que sería un latifundio sin precedentes en la región.

Auge cafetalero y modelo agroindustrial

Fue en 1889, con la compra de la hacienda por parte de Don Ángel María Caballero, que El Chocho se convirtió en un emporio cafetero de renombre continental. Bajo su dirección, se transformó en un complejo agrícola y pecuario con una extensión impresionante de 23.850 fanegadas.

Llegó a contar con 13 estancias, beneficiaderos de café, trapiches, aserraderos, establos, más de 1.000 parcelas, manejados por un valioso conjunto humano de 4.000 familias que vivían y trabajaban en estas tierras.

El sistema organizativo era tan avanzado que incluía su propia red vial interna, una moneda local llamada el "Real" o “Chocho”, y hasta un cuerpo de seguridad propio conformado por gendarmes de estancia. También existía un comisariato, encargados de distribuir bienes esenciales, y un centro administrativo instalado en la Casona Señorial, desde donde se gestionaba todo el funcionamiento de la hacienda.

La Casona: joya arquitectónica y espiritual

La Casa Señorial era (y sigue siendo) un verdadero palacete tropical. De gruesos muros, corredores con columnas de madera, patios empedrados con aljibes, fuentes y jardines, y rodeada por árboles como samanes, ceibas y chicales, fue el corazón cultural y espiritual de El Chocho.

Poseía varias habitaciones capaces de alojar a numerosos visitantes y contaba, además, con capillas y un oratorio donde diariamente se celebraban oficios religiosos y se ofrendaba a la buena fortuna.

Este centro señorial no solo servía como sede administrativa sino también como símbolo del poder y la sofisticación de una hacienda que, entre las décadas de 1920 y 1930, vivió su máximo esplendor.

Legado y transformación

El paso del tiempo, los cambios políticos, sociales y económicos del país, y el crecimiento urbano fueron transformando poco a poco el destino de la hacienda. Hoy, parte de sus tierras albergan el moderno y exclusivo Club del Bosque, conservando aún la memoria de lo que fue un emblema del desarrollo agroindustrial de Colombia.

La historia de la Hacienda El Chocho no solo es la de una finca próspera, sino la de un modelo de sociedad rural autosuficiente; una organización adelantada a su época que redactó parte de la historia del de Cundinamarca y del país.

Su legado, preservado en la Casona y en las memorias de generaciones, continúa siendo fuente de admiración para los habitantes de Silvania y para los visitantes que hoy caminan por los senderos donde alguna vez floreció el café que alimentó los sueños de una nación.

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*Imágenes: Alcaldía de Silvania, Club El Bosque y Revista Diners