El reciente incendio en el Parque Natural Chingaza ha dejado un significativo impacto en el medio ambiente, generando preocupaciones sobre el tiempo y esfuerzo que tomará restaurar esta valiosa área ecológica. Alfred Ballesteros, director de la CAR Cundinamarca, ofrece un análisis detallado de las consecuencias ambientales que enfrenta Bogotá y sus alrededores a raíz de este desastre natural.
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La discrepancia en las cifras iniciales de hectáreas afectadas del parque provocó inquietud; mientras que el alcalde Carlos Fernando Galán reportó que 30 hectáreas fueron dañadas, la ministra Susana Muhamad elevó esta cifra a 147. La devastación cubre una vasta extensión de tierra que alberga una biodiversidad rica y variada, esencial para la estabilidad ambiental de la región.

El Parque Natural Chingaza es hogar de una flora única del páramo, incluyendo especies como musgos, líquenes, frailejones, chusques, encenillos, siete cueros y algarrobos. Estas plantas no solo ofrecen un valor ecológico incalculable, sino que también cumplen un papel crítico en el ciclo del agua. La mayoría de estas especies experimentan un crecimiento muy lento, necesitando entre 50 y 60 años para alcanzar su madurez completa después de un evento disruptivo como un incendio.
Esta vegetación actúa como una esponja natural, capturando y liberando agua gradualmente. Cuando esta cobertura desaparece, se pierde una función vital en el ciclo hídrico, lo que podría agravar la ya existente crisis de agua en Bogotá y sus alrededores, especialmente en tiempos de racionamiento hídrico. La afectación del embalse de Chuza, que depende del flujo constante de agua de estas plantas, es una de las preocupaciones más apremiantes.
A pesar de la urgencia por restaurar el ecosistema, las intervenciones inmediatas no son recomendables. Los expertos sugieren esperar un tiempo para observar el comportamiento del suelo y la vegetación tras el incendio. Esta precaución se deriva de experiencias anteriores, como el incendio en el páramo de Berlín, donde se evidenció que algunas especies pueden regenerarse naturalmente si se les da tiempo.
La jurisdicción del área afectada en Chingaza pertenece a Parques Nacionales Naturales, quienes asumirán la responsabilidad de la recuperación y el monitoreo del ecosistema. Sin embargo, la CAR continúa en constante comunicación con estas entidades para asegurar una colaboración efectiva en el proceso de restauración.
El costo proyectado para restaurar una sola hectárea de este frágil ecosistema oscila entre 50 y 60 millones de pesos. A pesar de estos costos, el mayor reto radica en la pérdida del recurso hídrico y el impacto en el ecosistema en general, cuya recuperación completa podría no ser valorada únicamente en términos monetarios.
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