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Así no se puede

por: Omar Gamboa

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Si todo es pura mentira, mentira todo será. De nada, nada se saca; a nada, nada se da: Fernando Pessoa. Culminar un día como el 21N con sendas intervenciones del Presidente Duque y su ministra del Interior es, sencillamente, desalentador.   Opinión Por: Octavio Quintero El Satélite - Red GES Los dos funcionarios más importantes del país en el manejo de la política, menospreciando una explosión pluripartidista y multisocial como la de ayer, no cabe en gente cuerda; cabe sí, en irresponsables o autistas. Y ese es el quid: si Colombia está en las manos de irresponsables, mal; si en manos de un gobierno autista, peor. No puede ser, nadie con sentido común puede negar que lo que se vio y sintió ayer fue una explosión social al borde del estallido. Y la irresponsabilidad se encuentra en la creencia de que, como no fue similar o superior a lo que estamos viendo en Chile, entonces los organizadores de la “desestabilización, fracasaron”. Cabría recordarles aquí a esos analistas oficiales, muy cerca de la autocomplacencia sexual, por comparación, que lo de Chile empezó con una simple alza del pasaje en el metro que unos cuantos estudiantes empezaron a volarse en protesta, repelida sin medida por el ejército, y se prendió la mecha hasta llegar a la encrucijada actual que se resume bien en este lema: “No son 30 pesos del metro: son 30 años de neoliberalismo. Hasta ahora nos estamos dando cuenta que estructurar un gobierno con base en la mentira, es cosa muy grave. Los uribistas sacaron pecho, y le han sacado jugo, al triunfo del NO en el plebiscito por la paz, que reclaman suyo, como si todas las personas del NO fueran uribistas. La más sonada estrategia confesada por el gerente se basó “en la indignación, pues se buscó que la gente saliera a votar berraca”, estrategia que les quedó gustando, a juzgar por el embajador en Washington, “inventando cosas” para que Trump viva berraco con Maduro y no baje la guardia. Duque encarna un Gobierno montado sobre mentiras y, por tanto, no siente empacho en negar las evidencias: antes, repitiendo hasta convencerse a sí mismo que no hay proyectos de reformas laboral y pensional; que no está haciendo trizas la paz ni está incumpliendo los acuerdos suscritos con estudiantes y los profesores de educación superior… Y, la conclusión de todo mentiroso, es que el mentiroso es uno, en este caso, la gran manifestación de ayer fue una mentira: ¡Hágame el favor! Apenas disipándose el eco de la explosión social de miles de personas (millones si se cuentan pasivos y activos) en todas las principales ciudades del país, salir a decir, ambos, Presidente y ministra, que el gobierno está en permanente sintonía con la ciudadanía es, una de dos: o están locos o nos creen bobos. Y como los hechos están frescos, ni cabe decir más; más bien alertar que, si el gobierno se empecina en negar las evidencias, entonces cosas peores, no deseadas pero inminentes, podríamos esperar en el futuro inmediato.