Una hora después la Policía había capturado a uno de los presuntos asaltantes, y recuperado el maletín que le arrebataron; solo que este ya estaba desvalijado.
Ocurrió hacia las 11 de la mañana de este sábado (4 de julio) en momentos que el comunicador Carlos Emilio González, quien temporalmente se halla en Girardot, Cundinamarca, trataba de concretar una diligencia en la vecina población tolimense.
Mientras cumplía la misión (barrio La Esperanza) un par de jóvenes motociclistas, con arma de fuego en manos y ubicados a cada lado de la ventana del vehículo del periodista, lo obligaron a que les entregara sus pertenencias.
Se le llevaron el celular, la billetera, tarjetas bancarias, dinero, documentos de identidad y otras pertenencias propias de su actividad profesional.
Instantes después del atraco y sin salir aún del “shock” que produce el haber tenido el cañón de un revolver a pocos centímetros de su cabeza, alertó a la Policía y se dirigió a neutralizar el saqueo de sus cuentas débito.
Estando en esas fue enterado de la detención de uno de los posibles atracadores; de momento no se conocen detalles sobre el operativo de captura y recuperación de su “costoso portafolio elaborado en fino cuero colombiano”.
Lo sucedido confirma el grado de inseguridad que azota a la otrora atractiva Flandes, condición que es propia de todo el país.
Atrás quedaron los ruidosos anuncios del presidente Iván Duque cuando, en primeras de su mandato, había advertido que bajo su gobierno “el delito no paga”.
Igualmente hicieron recordar numerosos conceptos de calificados juristas nacionales: que las leyes colombianas desentonan con la realidad nacional en materia de delitos.
La mayoría de ellos advierten que el país requiere castigos ejemplares contra el hampa, y no disposiciones laxas que, pareciera, “estimulan la realización de delitos”.
Numerosas voces se han escuchado reclamando del Congreso la revisión del Código Penal, de tal forma que se ponga freno a la impunidad para esta clase de comportamientos.
“La Policía los detiene, pero a las pocas horas los bandidos ya están en libertad”, anotó el comunicador a lamentar la situación del país en esta materia.
De momento el periodista, refugiado en sus aposentos, trata de sobreponer la crisis nerviosa que produce el haberse afrontado a una situación de extremo riesgo, la misma a la cual miles de nacionales, se enfrentan a cada instante.
