Pasará 28 años en prisión. Confesó haber asesinado a su cuñada, la sicóloga Adriana Pinzón. Aceptó “voluntariamente” haber asesinado a la profesional.
La decisión de ponerlo tras las rejas fue adoptada este jueves (11 de agosto) por una Juez Especializada en Zipaquirá, a quien le correspondió el caso. Entregó su decisión “luego de valorar los términos del preacuerdo suscrito por la Fiscalía General de la Nación”.
Además, según el mismo fallo, Torres Campos deberá “pagar una multa de 779 salarios mínimos mensuales legales vigentes y no podrá ejercer funciones o derechos públicos durante 18 años”.
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En medio de la discreción con que se manejó el procedimiento ante la justicia, se supo que el indicado reconoció haber sido responsable de homicidio agravado y desaparición forzada.
Amplio despliegue informativo
Hace más de un mes, el miércoles 6 de julio, se supo que Jonathan Torres Campos, había reconocido ser el autor del asesinado de su cuñada, la sicóloga Adriana Pinzón Castellanos.
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El cadáver de la joven profesional fue encontrado en la vereda Río Frío, sur occidente de Zipaquirá, en límites con Cajicá yTabio. Se Hallaba dentro de bolsas plásticas industriales según se supo en medio de las autoridades. Presentaba numerosas heridas con arma blanca.
Para los investigadores, a esas alturas, no existía duda de que Torres Capos era el autor del crimen. Registros de cámara de seguridad en el conjunto residencial donde ella vivía, así lo insinuaban.
Las pruebas
Los videos lo mostraban saliendo, varias veces, con bolsas negras similares a las halladas con el cadáver de la víctima adentro. Los colocaba dentro del compartimento de carga del vehículo que le perteneció a Adriana.
A esas alturas se pensó que en el homicidio habrían participado otras personas. Más tarde se descartó esa posibilidad y continuaron con la tesis de que Torres actuó solo.
Los motivos del asesinato
Parece ser que el ya confeso Jhonatan Torres planeó el crimen con la intención de quedarse con el dinero de la venta del vehículo de su cuñada. Él habría visitado una compraventa en Chía, pero no pudo completar la transacción debido a que el comprador no encontró en regla los documentos.
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Con esos datos la Fiscalía se propuso encontrar las pruebas que aclararan el asesinato. Dentro de las inspecciones, los investigadores hallaron rastros de sangre en el apartamento de la víctima.
Después otra persona entregó un maletín que le había dado a guardar Torres Campos. Contenía documentos de Adriana y el arma con la cual causó las heridas que acabaron con la vida de la sicóloga.
Todo ello acorraló al indiciado quien no tuvo alternativa diferente a la de confesar el crimen.
