Santa Fe consagra su décima estrella tras una final vibrante y llena de intensidad, donde la figura de Hugo Rodallega se destacó en momentos clave y permitió al equipo alcanzar un hito en su historia. La final, disputada contra Medellín, mantuvo a los espectadores al filo de sus asientos durante los 90 minutos, mientras cada fase del encuentro fue caracterizada por una lucha encarnizada y un despliegue de determinación colectiva. El encuentro se desarrolló en un ambiente cargado de expectativa, en el que cada acción y cada pase fueron analizados con detenimiento por la prensa y la afición, generando una ola de reacciones que aún resuena en cada rincón del estadio.
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Durante el primer tiempo, el partido mostró un equilibrio que no dejaba entrever un claro resultado. Medellín, aprovechando su condición de local, intentó imponer su ritmo de juego y generar peligro desde el inicio del encuentro. Sin embargo, Santa Fe demostró que la fortaleza de su juego no dependía únicamente del ataque, sino también de la solidez defensiva y el compromiso táctico de cada jugador. Se pudo apreciar cómo, a lo largo de esos minutos, el equipo cardenal se organizó y se mostró dispuesto a contrarrestar las ofensivas contrarias, previniendo que el rival tuviera mayores oportunidades de gol.

El momento cumbre llegó cuando Hugo Rodallega, pese a sufrir molestias en una pierna, canalizó sus emociones y su coraje para realizar una jugada decisiva. Con el marcador empatado y la presión a niveles crecientes, el delantero se presentó ante la portería rival empujado por el fervor colectivo de los hinchas. En el minuto 79, con un historial de esfuerzo que se ha forjado a través de años de entrega, Rodallega se desmarcó y ejecutó una jugada que dejó a todo el estadio en silencio y luego en júbilo. A continuación se destacan los aspectos relevantes de este episodio:
• El partido estaba empatado 1-1.
• Rodallega, con evidentemente un dolor significativo en su pierna, decidió no rendirse y se involucró en la acción final.
• Su pase estratégico a Edwar López permitió habilitar la jugada, contribuyendo a que el delantero se situara en posición de anotar.
• El grito colectivo y el apoyo incondicional de la afición jugaron un rol fundamental en la ejecución del gol.
Con el impulso de una hinchada que se declaró en comunión con cada emoción del partido, el equipo cardenal inició una serie de acciones ofensivas que pusieron en tensión al conjunto local de Medellín. El rival, a pesar de haber comenzado con una presión implacable y de contar con instantes en los que parecía tener el control del juego, no logró aprovechar todas las oportunidades que se le presentaron. Es importante resaltar que, durante este tramo, se registraron momentos destacados en los que se evidenció la capacidad de reacción y la estrategia empleada:
• Chaverra apuntó al área para fusionar el juego ofensivo con el apoyo de los mediocampistas.
• Mafla y otros jugadores se sumaron a la ofensiva, generando espacio y disparos de riesgo.
• El equipo demostró solidez, tanto en la ejecución de jugadas ensayadas como en la reacción ante los avances del contrincante.
La respuesta de Medellín no se hizo esperar en el segundo tercio del partido. Con una actitud que reflejaba tanto la experiencia de jugadores acostumbrados a la presión como un deseo de revertir la situación, el conjunto local se dispuso a tejer sus propios intentos de gol. En un primer intercambio que mantuvo el empate en el marcador, se evidenció que la dinámica del partido estaba sujeta a cambios constantes, donde cada acción ofensiva de Santa Fe era correspondida por un intento similar por parte del rival. En esos 19 minutos de tensión, las opciones tácticas y la disposición física de ambos equipos se pusieron a prueba, evidenciando la capacidad de resiliencia y adaptabilidad de cada plantel.
Entre los momentos destacados, es posible identificar el gol que reanimó a los seguidores cardenales. Tras una serie de intercambios rápidos y acciones bien coordinadas, Harold Mosquera se hizo presente para capitalizar una oportunidad surgida de un saque de banda ejecutado por Perlaza. Con una precisión notable, Mosquera remató de cabeza, llegando al fondo de la red y restableciendo la esperanza de un resultado favorable para Santa Fe. Este tanto puso de manifiesto la fortaleza colectiva y el espíritu de lucha del equipo, elementos que han sido esenciales en momentos críticos a lo largo de su trayectoria. La concentración en el área rival y la efectividad en la ejecución fueron decisivas para igualar el marcador en un preciso lapso del partido.
La segunda mitad del encuentro estuvo marcada por una aceleración en el ritmo de juego, en la que ambas escuadras intentaron tomar la iniciativa y forjar el desenlace del partido. Santa Fe, a pesar de las inclemencias y de la permanencia de la presión por parte del contrario, se mantuvo firme en su planteamiento defensivo, sin ceder terreno ante las intensas embestidas del rival. Mientras tanto, el equipo dirigido por el técnico se fundamentó en una estrategia de contraataque, en la que la comunicación entre los jugadores y el entendimiento táctico se mostraron fundamentales para mantener el empate y presionar en busca de una ventaja definitiva.
El público presente en el estadio vivió cada instante con intensidad, creando una atmósfera que subrayó la importancia del enfrentamiento y la relevancia de la décima estrella para la historia del club. Los cánticos y el fervor de la afición se hicieron eco en cada jugada, generando un ambiente que, sin lugar a dudas, se inscribe en la memoria colectiva de los seguidores. En un contexto en el que cada pase, cada carrera y cada gol fueron reevaluados por aficionados y expertos, se registró un despliegue de emociones que puso de relieve la capacidad del deporte para reunir a comunidades en torno a un sueño compartido y una meta histórica.
Durante los últimos minutos, el desgaste físico y emocional se hizo evidente tanto en Santa Fe como en el conjunto local. En medio de la presión y de la inminente posibilidad de que el partido se definiera en los instantes finales, el relato del encuentro tomó matices de una epopeya deportiva, en la que cada jugador se convirtió en representante de la garra y el compromiso que simboliza al club. En este escenario, el liderazgo de Hugo Rodallega se manifestó no solamente en su participación directa en la anotación, sino también en el ejemplo de entrega y en la energía positiva que imprimió a sus compañeros, reafirmando su papel central en el desarrollo del partido.
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