Suscribirse
Logo noticias dia a dia
×
logoFB logoTT logoIG logoTW logoLI logoYT

Punto a favor de Duque

por: Omar Gamboa

punto-a-favor-de-duque
La paz también toca con la naturaleza. La ‘Economía Circular’ es el nuevo catecismo de la globalización. Y no es una opción, es una obligación de tipo ambiental, primero que todo.   Opinión Por: Octavio Quintero Grupo GES El presidente Duque le pegó a una al anunciar en Medellín la aplicación en Colombia de la llamada economía circular, una tenencia que viene ocupando espacio en la conciencia de la sociedad global, tanto por reducción de costos de producción como por ahorro de recursos naturales que se han vuelto crónicos y críticamente escasos. La economía circular básicamente es la reutilización de esas partes aprovechables que quedan de los ‘desechables’, antes de tirarlas a la basura. Es, en términos prosaicos, el reciclaje: esa actividad que hace pocos años asociábamos con oficios propios de la gente pobre, al punto que, en algún aciago instante, la gente in, trató de calificar a la misma pobrería como “desechables”. Técnicamente definida en la literatura económica a partir de 1980, describe un sistema cerrado de las interacciones entre economía y medio ambiente. Y esto último, es lo que está retomando el principio de las 3RReducir, Reutilizar, Reciclarfilosofía principal de la ecología industrial. El mundo, como concepto de humanidad, cada vez toma más conciencia de que nuestro paso por el planeta, como especie, es finito. Y el asunto es ver hasta qué punto podemos alargar ese finito; o, mejor: dejar que ese finito llegue apaciblemente sin aceleraciones indolentes de nuestra parte, como la misma vejez a las personas. Como idea genérica, la economía circular enmarca un número de aproximaciones más concretas que incluyen conceptos como cuna a cunabiomimesis y la economía azul. Los académicos e iniciados en la materia pueden entender de qué hablamos, sin mucho esfuerzo mental; pero para ponerla más fácil a todos: imagínense que mañana podamos entregar al fabricante la nevera vieja y retirar una nueva con algún costo adicional en vez de tirar la vieja a la basura con muchas partes buenas que no funcionan porque el circuito se interrumpió en alguna parte del sistema, que es lo que ahora hacemos. Pues, el fabricante, que sabe de eso, volverá a aprovechar esas partes buenas en el ensamble de otra nevera que entregará mañana a otro cliente, y así, sucesivamente, las partes más durables de un producto circularán en otros nuevos. Es, para abundar en el ejemplo, el aprovechamiento que hacen los talleres de mecánica de las partes y piezas que sacan de un carro estrellado, dado por “pérdida total” por la aseguradora. Pero aún más: esas partes que ya no son aprovechables en la misma industria cogen otros destinos, al punto en que vuelven a ser materias primas de otros productos. La economía circular no solo parece imponerse desde el punto de vista de rendimiento financiero sino, y fundamentalmente, a disminuir el impacto en la demanda por recursos naturales y medio ambiente, o ‘huella ecológica’, que estamos dejando actualmente, de tal magnitud, que ya estamos consumiendo en ocho meses lo que la tierra puede darnos en 12. Si seguimos así, al 2030 colapsamos. Y esto que se viene diciendo por distintos medios, a decibeles cada vez más altos, parece más una reiteración del ‘Pastorcito mentiroso’, con la diferencia de que, cuando lleguen los lobos, las ovejas seremos nosotros. La nevera es un ejemplo, pero también, los alimentos, de los cuales se desperdician anualmente 1.300 millones de toneladas, mientras cerca de 850 millones de seres humanos padecen hambre, y muchos mueren. Escarbar en un basurero, es encontrar muchas cosas útiles; y, de hecho, el reciclaje se ha convertido en un pingüe negocio disputado ya por ricos empresarios que han desplazado del negocio a los pobres. Pero la implementación de la economía circular, como todo lo nuevo, requiere de incentivos. El presidente Duque al lanzar la idea en Medellín, una de las 5 capitales del mundo que ostenta el título de “Ciudad Verde”, enmarcó la política dentro del concepto de sociedades BIC: empresas comerciales de Beneficio e Interés Colectivo creadas en la ley 1901, sancionada por el entonces presidente Santos en junio del 2018, expedida en virtud de un proyecto de ley presentado por el entonces senador, Iván Duque, dentro del concepto de Economía Naranja”, y de ahí parece partir su interés en el tema. Ni en el largo discurso presidencial de Medellín, ni en la ley, se habla de los incentivos que podrían ‘jalonar’ a la industria, y a las mismas personas individualmente consideradas, a Reducir, Reutilizar, Reciclar Es más: la ley dice textualmente que “… las sociedades que adopten la denominación BIC seguirán estando obligadas a cumplir con las obligaciones del régimen ordinario del impuesto sobre la renta y complementarios, el régimen común sobre las ventas, y a las demás obligaciones tributarias de carácter nacional, departamental y municipal”. ¿Qué, entonces, motivaría el desplazamiento de la economía convencional a la economía circular y, concretamente, a la conformación de empresas comerciales de Beneficio e Interés Colectivo (BIC)? Habrá que esperar el decreto que el propio Presidente anunció para estos días. Si no es amplio, específico, incluyente y dúctil, la Economía Circular podría correr el riesgo de la Economía Naranja que la gente ni sabe para qué sirve ni con qué se come… Enlace relacionado DISCURSO DEL PRESIDENTE *Encuentre y reciba más información de Cundinamarca uniéndose al fan page:  https://goo.gl/13uuPz *Espacio publicitario