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Agua sucia que viene de alberca

por: Omar Gamboa

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La pregunta del millón… Si los mismos con las mismas se están robando al país, ¿cómo hacer para que los electores no elijan a los mismos con las mismas?   Opinión Por: Octavio Quintero Red GES Colombia es el país “mejor gobernado del mundo”. Su sistema democrático goza de unos controles políticos sobre los gobernantes de turno: revocatoria de mandatos a los elegidos y moción de censura a los designados, entre otros, que nunca utiliza. Esa podría ser la conclusión desprevenida de un análisis suscrito por un elevado. O, también, pudiera decirse que Colombia es el país gobernado bajo una teoría democrática que no tiene aplicación práctica, porque esos mecanismos de control político son imposibles de aplicar legalmente, y proclives a la corrupción. Esta otra conclusión correspondería a cualquier colombiano medianamente informado sobre los intríngulis de la política local. La candidata a la alcaldía de Zipaquirá, Nidia Corredor, en reciente rueda de prensa dio en el clavo de la promiscuidad política que, desde la misma elección, enerva el control político que, a nombre del pueblo, debieran ejercer los concejos, en este caso que nos ocupa. “… No se puede seguir hablando en Zipaquirá de la coalición del alcalde. Se debe hablar de la coalición de los concejales que defienden los intereses de los ciudadanos, y no del alcalde de turno”. Eh ahí el quid de la corrupción que carcome a Colombia desde la entraña misma del poder local. Montesquieu (1689 – 1755), el iluminado autor de “El espíritu de las leyes”, que sentó las bases de la separación de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, no contó con la posterior astucia de nuestros políticos. Pues, aquí entre nos, hemos logrado que, a través de puertas giratorias aceitadas de corrupción, los dignatarios y representantes del poder establecido “democráticamente”, no se pisen las mangueras, y, cuando por algún desliz se pisan, entonces, alguien propone lavar la ropa sucia en casa. Es iluminante la conclusión de la candidata de Zipaquirá, que puede replicarse en todos y cada uno de los 1.122 municipios del país: si desde la campaña se monta la mangüala política, enriquecida con dineros de contratistas corruptos y, como denunciamos recientemente, inducida desde el mismo Estado que permite gastos de campañas por encima de los sueldos y honorarios legalmente devengados por los elegidos, pues, todo está diseñado “democráticamente”, para que los mismos con las mismas se sigan robando al país. Esto es tan fácil de entender, como difícil lograr que los electores voten conscientemente a la hora de elegir: ¿cómo hacer? La pregunta del millón… Enlace relacionado: CORRUPCIÓN POLÍTICA