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Violencia en las protestas

por: Omar Gamboa

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La sociedad es víctima, pero los culpables no son los policías. Hoy analizamos con estupor el comportamiento de dos bandos que no deberían estar enfrentados; por el contrario, deberían caminar uno al lado del otro en procura del bienestar de la sociedad.   Opinión Por: Fusunga De una parte están los policías que se han convertido en el terror del pueblo, abusan del poder pasando por encima de la institución y las leyes, actuando con brutalidad al mejor estilo de los Colectivos Chavistas que existen en Venezuela. Ahora, como queriendo no quedarse atrás de las actuaciones de los policías norteamericanos que atacan despiadadamente a los miembros de la raza negra en los Estados Unidos, con métodos similares, asesinan presuntos infractores de la ley, en una despampanante demostración de poder y superioridad frente a la impotencia de la ciudadanía. En las redes sociales, algunas personas publican notas de policías realizando buenas acciones, notas que pretenden defender a la institución y sus miembros. Sin embargo, por cada una de esas publicaciones, se destacan cientos de videos haciendo notar la agresividad y violencia de los agentes de policía, casi siempre en contra de personas indefensas que tratan de vivir de acuerdo a las normas establecidas, lo que demuestra que sí existen policías buenos, pero son la excepción. En la contraparte, algunos miembros de la sociedad, levantan la voz en las protestas en expresión de rechazo por los abusos policiales. Lamentablemente en esas manifestaciones, obligados por la represión castrense, o tal vez por la rabia contenida, también se utiliza la violencia como herramienta de defensa y ataque en contra de la institucionalidad. El balance de las protestas ha dejado destrucción y desasosiego, muchos heridos y también lamentablemente, muchos muertos. Las autoridades tratan de demostrar que detrás de las protestas existen grupos organizados al margen de la ley (lo que empeora el panorama), que promueven el caos y la violencia, usando a jóvenes que desprevenidos pero con honestidad y razón hacen presencia en las manifestaciones. El clamor de la sociedad es claro; las protestas están más que justificadas, lo que no se puede aceptar es la violencia de las partes. Sin embargo la culpa no es de los policías. Los más destacados líderes políticos salen a los medios de comunicación pidiendo reformas (y más reformas) al interior del organismo policial. Y claro, los cambios pueden ser muy buenos porque pueden permitir una selección más rigurosa de su personal, disminución de sus atribuciones y un mejor control de sus actuaciones. Sin embargo las verdaderas reformas se tienen que hacer es en la reglamentación de las normas y códigos (de policía, de tránsito, etc.) que son las que permiten y dan la libertad a los uniformados para que actúen de la forma tal, a la que ya estamos acostumbrados. Pero como esas normas no se aprueban solas, lo que hay que hacer es cambiar es a esas personas que son las verdaderas culpables de nuestros males, las encargadas de legislar en nuestro país. Aquellos que aprueban leyes laxas cuando es a ellos a los que afecta, y muy drásticas cuando se deben aplicar al pueblo; aquellos que toman decisiones en favor de los grandes emporios económicos y desamparan a los pequeños empresarios e industriales, que son los que realmente mueven la economía del país. Estamos hablando entonces, de cambios radicales de gobernantes y legisladores, de buscar verdaderos líderes con conciencia social, ajenos a las prácticas politiqueras y corruptas que hoy oprimen a los colombianos, de estudiar y elegir muy bien, cuando llegue el momento de depositar el voto en las urnas, que es una de las pocas herramientas válidas con las que contamos. Pero no se trata de ir de un extremo a otro extremo, no se trata de uribes o de petros; se trata de buscar verdaderos mandatarios, líderes que con sus actos y hojas de vida demuestren y están en capacidad de realizar los verdaderos cambios, que sean capaces de evitar las masacres entre gentes de la misma clase  y que reorienten el rumbo del país por las sendas de la paz, la sana convivencia y la prosperidad.