Se había convertido en despiadado verdugo de turistas, ciclistas y atletas que solían disfrutar del espacio libre en los cerros orientales de Bogotá.
El individuo, de 36 años y natural de Venecia, Cundinamarca, había sido condenado a 17 años de prisión bajo los cargos de hurto calificado, agravado y secuestro simple. Su actividad delictiva era acompañada por otro par de sujetos cuya suerte, igual, se encuentra en manos de la justicia colombiana.
Los hechos que lo pusieron tras las rejas ocurrieron en hace 6 años (septiembre del 2.016). En esa oportunidad, al lado de sus compinches, detuvo algunos deportistas aficionados quienes recorrían el “Alto de Guadalupe”.
El grupo de hampones fue particularmente violento con sus víctimas. Las amenazaron con arma de fuego, los maltrataron ultrajaron y amordazaron en procedimiento despiadado para luego abandonarlos en zona boscosa.
La persecución
Sin embargo, bajo circunstancias especiales, la Policía logró interceptarlos cuando trataban de escapar tras el atraco masivo. Los detuvieron en flagrancia. Ya les venían siguiendo el rastro.
Cumplidos los procedimientos de rigor la banda fue presentada ante los administradores de justicia. Finalmente y en desarrollo de engorrosos procedimientos legales, meses después, ordenaron ponerlos tras las rejas.
La sentencia del Juez 33 Penal del Circuito lo cobijó con 212 meses de prisión y al pago de una multa igual a 800 S.M.L.M.V. Entonces, el hombre decidió esconderse. Lo hizo en zona rural de Fusagasugá; buscaba pasar desapercibido. Siempre guardó perfil bajo y trató de mostrar “buenas costumbres” para no atraer la mirada de las autoridades.
Nueva detención
Sin embargo su suerte cambió. Acudió a una institución bancaria del centro de Fusagasugá y, por alguna razón, llamó la atención de un Policía encargada de la vigilancia en el sistema bancario.
Uno de los uniformados comenzó a seguirlo con discreta mirada. Algún movimiento o gesto lo puso en alerta. Así se mantuvo por varios minutos al lado de su compañero quien ya había sido alertado de sus temores.
En uno de esos largos momentos el individuo, ya nervioso, trató de alejarse del incómodo escenario. Los uniformados lograron alterarlo y eso los hizo entrar en más sospecha.
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Lo interceptaron y demandaron la presentación de su identificación. Él les mostró un documento muy bien elaborado; parecía auténtico. Sin embargo la experticia de los agentes los llevó a verificar a fondo la veracidad de su cédula de ciudadanía.
Descubren su verdadera historia
Tomaron sus huellas y al confrontarlas con sus bases de datos, descubrieron todo: se trataba de un “peligros” asaltante solicitado para pagar pena tras las rejas.
De inmediato fue trasladado a la estación de Policía a fin de continuar con los procedimientos de rigor. Terminaron por comprobar que, en efecto, era solicitado por la Justicia en Bogotá como responsable de los hechos ya referidos.
Ahora el hombre será remitido a la Picota para ser entregado a efectivos del Inpec. Ellos se encargarán de hacerle pagar la sentencia dictada por el Juzgado 33 Penal del Circuito con función de conocimiento de Bogotá.
