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¡Que oso, Dios mío!

por: Omar Gamboa

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No es Trump: es Estados Unidos… Que estúpida y asquerosa sonó la declaración del Canciller sobre la abstención de Colombia de condenar en la ONU el embargo económico de EE.UU. a Cuba. Qué vergüenza ser colombiano por tres años más que faltan del fin de este prematuramente triste gobierno.     Editorial REDGES Octavio Quintero Fuente: El Satélite El apunte de James Carville, asesor de Clinton en la campaña presidencial de 1992, “the economy, stupid”, sirve nuevamente para llamar la atención del abrumador rechazo de la ONU al embargo económico de EE.UU. a Cuba, hace 57 años. Los medios de prensa descargan el mazazo de la ONU en la cabeza de Trump, para realzar la noticia, como si el gringo de hoy fuera el genio militar de Eisenhower que en 1960 impuso el bloqueo a Cuba. A partir de entonces, desde Kennedy, considerado el más progresista (después de Roosevelt), hasta Trump, considerado el más retrógrado (más que Bush, hijo), han metido la mano al bloqueo, endureciéndole, por supuesto; y desde entonces, también la ONU lleva 18 veces aprobando la misma resolución de condena al embargo… Que 187 países, de 192 en total que conforman la ONU, condenen reiteradamente, año tras año, el embargo económico de EE.UU. a Cuba, y el gobierno de ese país reciba semejante rechazo global como el ladrido de 187 perros a la luna, tiene que reflejar una de dos: O, EE.UU. es un imperio con un poder descomunal que por sí solo intimida o, la ONU no sirve para nada; y, como se dice popularmente, lo que no sirven estorba. El caso colombiano La nueva pifia de Colombia ante la ONU (la primera fue el dossier contra Venezuela con fotos falsas, de cuyo caso es mejor ni acordarnos), pareciera no tener explicación, pero la tiene: es la exposición de la estupidez de Duque elevada a escala planetaria. Creíamos que el reaccionario Bolsonaro en Brasil nos iba a opacar, pero no, también ésta se la ganamos. Tras dos días de debates en los que decenas de países fustigaron el embargo por “anacrónico” e “inhumano”, el Brasil del reaccionario Bolsonaro, feroz caza-comunistas --a estas alturas--, rompió con su tradición y voto a favor de exigir el fin del embargo. En un mundo globalizado, en el que impera el poder económico más que el ideológico, Brasil intuye que mañana puede Trump, su afín ideológico de hoy, imponerle sanciones comerciales, como a China, por razones económicas. Votar en contra del embargo a Cuba le deja las manos libres y la solidaridad de la comunidad internacional para, al menos, protestar contra el omnipotente. Colombia no la vio así. A más de mantener respetuosa genuflexión ante el imperio, mezcla un caso binacional con una política global al tratar de explicar que su voto es un ‘castigo’ a Cuba por no extraditar a Colombia tres guerrilleros del ELN que gozan de protección especial en calidad de negociadores de paz con el gobierno de Santos, cuyo protocolo, al romperse los diálogos, desconoce Duque. Duque olvida que, el Estados Unidos de Trump, ya lo amenazó con retirarle la ayuda a la guerra contra el narcotráfico (descertificarlo), si Colombia no sigue poniendo la sangre y los muertos en la lucha contra los nuevos carteles de la droga, reforzados por los mexicanos, los nuevos dueños del negocio internacional. Que estúpida y asquerosa sonó la declaración del Canciller. Qué vergüenza ser colombiano por tres años más que faltan del fin de este prematuramente triste gobierno.