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Cundinamarca: en marcha plan para fortalecer producción rural frente al cambio climático

por: Omar Gamboa

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*Cundinamarca: Producción rural comenzó a recibir apoyo con el propósito de sobreponer los retos del cambio climático. La Propuesta recibirá millonarios recursos desde el departamento y el RAP-E.

El plan es producto de un acuerdo suscrito entre el Gobierno Departamental, a través de la Secretaría del Agrocampesinado, y la Región Administrativa y de Planeación Especial.

Serán giradas partidas por el orden de los $268 millones, recursos con los cuales será financiada la adecuada planeación de los recursos necesarios en darle impulso a la iniciativa.

El convenio mira con especial atención la producción de frutas, hortalizas y leche, frentes a los cuales dirigirá, por ahora, los mayores esfuerzos siguiendo lo planeado.

Producción rural y cambio climático

La meta es detener los efectos negativos que en la producción rural pueden ocasionar los pronosticados diagnósticos sobre las consecuencias de los malos manejos de los recursos naturales en todo el planeta.

Ante ese escenario, la Secretaría del Agrocampesinado, en alianza con la Región Administrativa y de Planeación Especial, puso en marcha un ambicioso plan encaminado a proteher la producción rural del departamento. Busca frenar de manera más efectiva los impactos del cambio climático.

El convenio, respaldado con una inversión de $268 millones, busca mejorar la planificación y gestión del sector agropecuario en un contexto de creciente variabilidad climática. Ya comenzó a afectar la seguridad alimentaria y la economía campesina.

Los acuerdos, firmados entre la Gobernación de Cundinamarca y la RAP-E, se centran en brindar a los productores herramientas para adaptarse a los retos ambientales actuales.

Según se conoció, el proyecto contempla la creación de sistemas de gobernanza multiescalar, la elaboración de mapas de actores locales y la caracterización de riesgos y vulnerabilidades. Así como la implementación de guías metodológicas y talleres de co-creación.

El propósito es claro: consolidar un modelo de producción sostenible. Debe estimular la conformación de asociaciones rurales, enfrentar los impactos de la sequía, las lluvias extremas y otros fenómenos que en los últimos años han golpeado a la agricultura regional.

Los sectores priorizados serán la producción de frutas, hortalizas y leche, cadenas que no solo representan la base de la economía rural en Cundinamarca; deben garantizar la seguridad alimentaria en el centro del país.

Testimonios y expectativas

El secretario del Agrocampesinado de Cundinamarca, Marcos Alberto Barreto, destacó la importancia de la iniciativa. Considera que, el convenio con la RAP-E debe permitir mejorar los instrumentos de planificación del sector agropecuario en Cundinamarca.

Sugiere que la propuesta debe contar con metodologías desarrolladas por expertos y con la articulación en la gobernanza del territorio. Ello daría la posibilidad de acelerar procesos y empezar a implementar acciones concretas para fortalecer modelos agrícolas y pecuarios.

Para Barreto, el proyecto permitirá a los campesinos enfrentar, de manera más eficiente, fenómenos como la disminución de lluvias, el incremento de las temperaturas y la aparición de plagas asociadas el cambio del clima.

El convenio no solo prevé talleres y capacitación, sino también la elaboración de un instrumento de planificación rural que oriente la intervención en paisajes productivos sostenibles.

Con ello, ese instrumento será clave para asegurar que la inversión pública se traduzca en resultados tangibles, integrando la participación activa de comunidades rurales, instituciones y productores.

La meta es que, a través de estas acciones, Cundinamarca avance hacia un modelo de agricultura sostenible y resiliente, alineado con las demandas del mercado y con la necesidad urgente de proteger los recursos naturales.

Cambio climático y agricultura en Colombia

Así,Colombia pasa a ser uno de los países latinoamericanos más afectados por la variabilidad climática en los últimos años. El fenómeno de El Niño (sequías prolongadas) y La Niña (lluvias extremas) han impactado directamente la producción agropecuaria, ocasionando pérdidas millonarias.

En departamentos como Cundinamarca, la sequía ha afectado cultivos de hortalizas en municipios como Facatativá y Madrid, mientras que las lluvias han deteriorado pasturas para la producción lechera en la Sabana de Bogotá.

De acuerdo a cifras del Ministerio de Agricultura, cerca del 70 % de los productores rurales del país son vulnerables a los efectos del cambio climático; son estos, en su mayoría, pequeños campesinos que dependen de prácticas tradicionales.

Por ello, iniciativas como la de Cundinamarca y la RAP-E representan un paso clave en la adaptación climática, ya que apuntan a modernizar la producción y a generar resiliencia en las comunidades rurales.

Experiencias similares en Colombia y la región

No es la primera vez que un departamento en Colombia implementa estrategias de este tipo. Existen antecedentes en diferentes regiones del país. En Boyacá, proyectos de agricultura climáticamente inteligente han promovido la diversificación de cultivos y el uso de semillas resistentes a las sequías.

Otro territorio con decisiones similares es el Tolima. La Gobernación ha impulsado programas de riego tecnificado para reducir la dependencia de las lluvias en la producción de arroz y maíz.

Y, en Nariño, el programa “Paisajes Resilientes” ha trabajado con comunidades indígenas y campesinas para adaptar prácticas agropecuarias al cambio climático. Se estaría fortaleciendo el cultivo de papa y la producción de lácteos.

Uno de los puntos centrales del convenio en Cundinamarca es la seguridad alimentaria. Con el aumento de los costos de los insumos, la inestabilidad climática y la presión del mercado, garantizar el acceso a alimentos de calidad se ha convertido en un desafío nacional.

Los cultivos de frutas y hortalizas priorizados en el plan forman parte de la dieta básica de millones de familias en el centro del país. A su vez, la producción lechera de la Sabana de Bogotá abastece una gran parte de la demanda nacional. Cualquier alteración en estas cadenas productivas tiene repercusiones directas en la economía de los hogares.

El convenio con la RAP-E se desarrollará en varias etapas:

-Diagnóstico inicial de riesgos, vulnerabilidades y actores locales.

-Diseño de planes de acción para cadenas priorizadas (frutas, hortalizas y leche).

-Implementación de talleres y capacitaciones con productores rurales.

-Consolidación de un modelo de gobernanza multiescalar que articule municipios, asociaciones campesinas y autoridades regionales.

-Construcción del instrumento de planificación que servirá como guía para futuras intervenciones.

Al cierre del proyecto, Cundinamarca contará con un modelo replicable que podría ser implementado en otras regiones del país con características similares.

En ese contexto, los entendidos coinciden en que el cambio climático no es un fenómeno pasajero, sino una realidad con la cual la agricultura deberá convivir en las próximas décadas. Por ello, el reto más grande para este tipo de convenios es garantizar su continuidad en el tiempo, más allá de los cambios de gobierno.