La tarde del viernes 10 de octubre se tiñó de luto para el poder judicial colombiano. Álvaro Restrepo Valencia, vicepresidente del Consejo Superior de la Judicatura de Cundinamarca, fue asesinado a tiros dentro del restaurante Mi Pueblo, ubicado en la vía que conecta a Pereira con Manizales. El crimen, que según investigaciones preliminares ocurrió durante un intento de robo, no solo le arrebató la vida a un destacado jurista, sino que también evidenció, una vez más, la vulnerabilidad frente a la violencia indiscriminada. El suceso ha generado una ola de consternación y un rechazo unánime, poniendo en primer plano la seguridad de los servidores públicos y la impunidad que suele rodear estos hechos.
- Recomendado: Seis equipos de Cundinamarca clasifican a la gran final nacional de los Juegos Intercolegiados 2025
La trágica secuencia del crimen
De acuerdo con relatos de testigos recogidos en el lugar, todo habría comenzado como un intento de hurto. Al parecer, los agresores se acercaron al magistrado con intenciones delictivas. En un acto de resistencia, Restrepo Valencia se habría enfrentado a los delincuentes, desencadenando un forcejeo. Fue en medio de esta lucha que uno de los atacantes desenfundó un arma de fuego y disparó en varias ocasiones contra el funcionario, quien se encontraba en el lugar compartiendo con su familia.
Las heridas de bala resultaron de extrema gravedad. A pesar de que fue trasladado de inmediato a un centro asistencial cercano, los esfuerzos médicos resultaron infructuosos. Álvaro Restrepo Valencia falleció minutos después, dejando atrás una carrera jurídica brillante y un futuro prometedor al frente de una de las cortes más importantes del departamento. La noticia de su deceso se propagó rápidamente, llenando de indignación y dolor a sus colegas, amigos y a la comunidad jurídica en general.
Una trayectoria al servicio del derecho truncada por la violencia
Álvaro Restrepo Valencia no era solo un magistrado más. Era un abogado de profunda vocación, egresado de la prestigiosa Universidad de Caldas, cuya hoja de vida estaba repleta de especializaciones que attestiguaban su compromiso con el derecho: Derecho Comercial y Financiero, Tributario, Probatorio, Constitucional y Administrativo. Su conocimiento lo había llevado a ocupar diversos y importantes cargos en entidades territoriales y descentralizadas a lo largo de su carrera, granjeándose un sólido reconocimiento y respeto en el ámbito jurídico nacional.
Su más reciente logro, la designación como vicepresidente 2025 del Consejo Superior de la Judicatura de Cundinamarca, era visto por sus pares como un merecido reconocimiento a su experiencia, trayectoria impecable y su significativa contribución al fortalecimiento del derecho colombiano. Un futuro de liderazgo y servicio que fue brutalmente truncado por la violencia de un crimen que, en apariencia, fue fortuito, pero cuyas consecuencias son profundamente estructurales. Su muerte no es solo una pérdida personal para su familia y amigos; es un duro golpe para la administración de justicia en Colombia.
La investigación continúa en curso, con las autoridades trabajando contrarreloj para identificar y capturar a los responsables de este cobarde asesinato. Mientras tanto, el caso del magistrado Restrepo se convierte en un símbolo trágico de la crisis de seguridad y en un llamado urgente a la reflexión sobre la protección de quienes dedican su vida a impartir justicia.