Les falta encanto, liderazgo y el “don” para ser ídolos de multitudes
Opinión
Por: Bernabé Gámez Hernández
Quién lo creyera, pero en Colombia no aparecen los prohombres en ningún tiempo ni lugar, los Gaitán, los Galán y los Gómez Hurtado considerados ¡ídolos de multitudes!
Ellos, con una sabiduría desbordante, impecable en sus concepciones de Estado y un principio de autoridad que los hacía respetables y el gran “don” para para orientar y conducir lo establecido en un sistema democrático.
La generación de las recientes décadas es de intelectuales con los títulos de las más encopetadas universidades del mundo. Manejan una dialéctica exquisita, pero lejos de aplicarla en los escenarios de la política, donde la cruda realidad de la nación pasa por circunstancias muy complejas y de alto riesgo para la gobernabilidad.
Seguramente hacen parte de “una montonera” de personajes con cierto nivel intelectual, sin alcanzar la dimensión que se necesita para enfrentar la violencia en todas sus manifestaciones. También el narcotráfico y la corrupción que desbordó todos los controles establecidos en la rama de la jurisprudencia nacional.
Dejaron huella
Para esta sociedad incomprensible necesitamos un Carlos Lleras Restrepo que en una sola hora mandó a dormir a todos los colombianos, que empujados por grupos extraños, pretendían desestabilizar las instituciones.
“Le doy una hora para que se vayan a dormir”, les dijo Lleras a los colombianos en una muy breve alocución presidencial.
Lleras fue considerado el mejor estadista de América Latina pero, este principio de autoridad no se volvió a repetir y en momentos tan difíciles e inciertos para el país, el común de los colombianos no los acata y casi que no entienden qué es Estado de Sitio ni Toque de Queda. Algunos folclóricos dirán “esas son maricaditas”
Entonces, esperamos una obra milagrosa para no ser gobernados por Petro, Zuluaga, De la Calle, Robledo y Fajardo que llevan años y años con un discurso que hoy no cabe en esta geografía.
Y no caben porque la dimensión de los problemas requiere otras concepciones, que arropen todo el contexto que hace parte de la institucionalidad.
Las figuras de ahora se quedaron en los enfrentamientos personales y ninguno de los mencionados tiene el temperamento y la calidad intelectual para desbordar el paquete de propuestas. Unas propuestas que solo trascienden en unos jóvenes que no conocen el estado Social de Derecho. También desconocen el modus operandi para darle una vuelta a la justicia, la salud, la educación y el sistema laboral colombiano.
El próximo Jefe de Estado tendrá que pensar en la post pandemia, en el cambio climático, en la contundencia para acabar la corrupción y el narcotráfico que inundó extensas regiones del panorama nacional.
Con estos gravísimos problemas no podemos convivir porque “nos jodemos todos”. Sin ser apocalípticos, le pregunto a esta sociedad: ¿Qué vamos a hacer con 33 gobernaciones contaminadas por la corrupción?
Los territorios
Y, lo más grave, 1.100 alcaldías con sus escasos presupuestos amenazados por la corrupción.
Entonces, esta es la coyuntura política más compleja de los últimos 50 años en el país. No sobresale ninguna candidatura; entre ellos no hay nada para escoger sin tantos vicios.
El proceso eleccionario trasciende sin ocurrencias trascendentales. Se encuentran en pleno calentamiento algunos candidatos como Juan Manuel Galán, Rodrigo Lara, Federico Gutiérrez y Dilian Francisco Toro con cierta aceptación. Pero se espera un programa contundente, que rompa la misma carreta de Petro y Zuluaga, entre otros con muy pocas ideas y pocas esperanzas para producir “el cambiazo” que necesita Colombia.
Este es un grupo de candidatos sin tantos pergaminos, dos hijos de prohombres y otros dos con interesante propuesta política. Si sacuden su sabiduría y sus propuestas para construir la nueva Colombia, podrían cambiar el rumbo político del país.
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