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“Los duques no se rajan”

por: Omar Gamboa

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*Opinión. Colombia rumbo a la Asamblea Nacional Constituyente. Dos años dolorosos en circunstancias extrañas golpearon el mandato del joven presidente. Si replantea su esquema económico y social podría alcanzar grandes satisfacciones al final de su mandato.   Opinión Por: Bernabé Gámez Hernández ¿Por qué tantas equivocaciones en la gobernabilidad de Iván Duque Márquez? La oposición tampoco muestra realizaciones, simplemente son unos “vulgares oportunistas” Colombiano que haya sentido en su interior el tránsito complejo y difícil de estos setecientos treinta días del mandato constitucional del presidente Iván Duque, no tendría muchas razones para clavarle toda la culpa de estas extrañas circunstancias únicamente al Jefe del Estado, cuando la izquierda recalcitrante tampoco le ha aportado algo interesante al país y en cambio se han convertido en unos vulgares oportunistas. Veamos; cuando arranca este gobierno se produce el golpe político y social del dictador Nicolás Maduro, y unos cinco millones de venezolanos acosados por el hambre y la desesperación buscan refugio en el territorio colombiano. Progresivamente comienzan a llegar millares de familias a nuestro país y entonces vuela en pedazos el orden institucional en Colombia y el mandatario comienza a producir medidas internas y también convoca a la comunidad internacional para ofrecer ayuda humanitaria a los maltratados vecinos de la Nación Bolivariana. La economía rompió su ordenamiento y la cuestión social comenzó a colapsar particularmente en los departamentos fronterizos: Santander, Arauca y la Guajira. Todavía no se ha conocido de manera oficial el monto del dinero utilizado por nuestro país para aliviarle la vida a tantas personas caídas en desgracia, para alimentos, salud y educación se destinaron recursos incalculables del gobierno colombiano, pero se dejó de gobernar al interior para atender la emergencia venezolana que aún no termina. Esta situación ha sido determinante en el cumplimiento del plan de desarrollo diseñado y estructurado por la cúpula uribista que hace parte de este periodo constitucional. LA TEMPORADA INVERNAL Atendía Duque la delicada situación de Venezuela y se le vino encima una temporada invernal de grandes afectaciones en extensas zonas de la geografía nacional. Cuando se encargaba de una emergencia le aparecían en serie regiones con inundaciones y desbordamientos de ríos y quebradas. Definitivamente así no se podía, era como el “año del piojo” pero con todos los juguetes. Se le recomendaba un baño completo con sal marina, ruda, hierbabuena y unas goticas de esencia de oro. A ningún gobernante del mundo se le cruzan tantos episodios de semejante envergadura. Paralelo a la emergencia invernal afloran los escándalos de corrupción de Odebrecht; palabras mayores porque la información salpicó a personajes de alto turmequé en la vida nacional. Esa empresa multinacional permeó a todas las democracias de América Latina y puso en peligro la estabilidad institucional de algunas naciones. Los escándalos salpicaron al Congreso de la República y a otros sectores de opinión. Entonces, el Jefe del Estado tapaba un huequito y de golpe le aparecían otros más grandes que fueron asomando en todas las instituciones y de pronto al unísono expresamos en medio de tantos episodios: “ahora sí nos jodimos”. El país reacciona y pide acciones contundentes para enfrentar la corrupción, pero nada ni nadie la detiene. Contraloría, Procuraduría y Fiscalía, hacen grandes esfuerzos para detener la fuerza de los corruptos pero hasta ahora parecen incontenibles. ¿POR QUE NO PUEDE GOBERNAR? Es algo increíble lo que ha ocurrido en este periodo constitucional. En dos años de administración por alguna circunstancia no se ha podido gobernar. Claro que los comunistas y los señores de las FARC llegan al éxtasis y a la felicidad, atacando al gobierno, pero ellos no muestran ninguna realización. El ejercicio administrativo no lo ha podido cumplir porque durante los dos años se ha encontrado con diversos episodios que no le han permitido mantener un ritmo en el ejercicio de sus funciones. Se le observa un afán sin límites por hacer las cosas acertadamente, sale a las regiones, se confunde con los pobres, con los sectores vulnerables, con las comunidades indígenas y con las familias azotadas por la violencia; es decir, se la está jugando para cumplirle a los colombianos cueste lo que cueste. LOS ESCÁNDALOS POLÍTICOS La cuestionada empresa Odebrecht encendió las alarmas en países de América Latina y en el caso particular de Colombia puso en cintura a una serie de dirigentes que afrontan investigaciones ante los organismos de control del estado. El cartel de la toga en una de las cortes produjo indignación nacional porque se comprometía la limpieza que deben tener los magistrados de uno de los más importantes órganos del poder público. Las informaciones sobre dineros de dudosa procedencia en la campaña presidencial de Juan Manuel Santos. El exmandatario autor del proceso de paz con las FARC ha sido cuestionado por su generosidad con unos personajes que tanto daño le han hecho al país. LOS PAROS POLITICOS Observamos con preocupación un nuevo concepto de inconformidad, particularmente en Bogotá, cuando estudiantes, sectores sociales, educadores, desempleados y terroristas adelantaron jornadas de bloqueo a la ciudad para exigirle al Gobierno Nacional soluciones inmediatas a una serie de peticiones que con el correr de los días fueron perdiendo importancia entre los mismos inconformes. Estos paros dejaron algunas víctimas por enfrentamientos entre la fuerza pública y muchos agitadores profesionales, protestas que desestabilizaron en parte el ritmo de la gobernabilidad del presidente Duque. Las jornadas fueron promovidas por los movimientos de izquierda comandadas por Petro, Cepeda, Sanguino, entre otros, que pescaban en río revuelto. Muchos colombianos se preguntan hoy: ¿Dónde están las escuelitas, puestos de salud, carreteras, universidades, las pequeñas y medianas empresas construías por Robledo, el mismo Petro y su combo de amigos de la Ultra Izquierda? LA AVANZADA INTERNACIONAL Tal vez salva a Duque su manejo diplomático, tiene una gran aceptación del gobierno de Trump en los Estados Unidos. Sus convenios de cooperación y las ayudas de Norteamérica para combatir el narcotráfico. Por su parte en Europa con naciones como España, Alemania, Francia, Italia, Inglaterra se mantienen unas muy buenas relaciones. Las ayudas tecnológicas, su respaldo a los programas de ciencia e innovación son aspectos fundamentales para el desarrollo del país en frentes tan importantes de la vida nacional. El presidente Duque promovió con países Latinoamericanos una serie de acciones diplomáticas con el propósito de buscar la salida del dictador Nicolás Maduro de la Presidencia de Venezuela; sin embargo, esas gestiones no fueron contundentes y desgastó sus estrategias que no dieron el resultado esperado por las mayorías venezolanas. “VOLÓ TODO EN PEDAZOS” La totalidad de los habitantes de este planeta no teníamos en nuestras agendas la llegada de una peste destructora; un virus furioso y temible que arrancó en la China y rápidamente se dispersó por Europa y América Latina, produciendo por donde avanza crisis, muerte, hambre y desolación. Los gobiernos que desconocían la magnitud de una pandemia comenzaron a tomar medidas con el fin de tratar de proteger a sus conciudadanos. Pero además del problema de salud sus efectos nocivos golpearon las economías y comenzó el cierre de empresas, industrias, fábricas, el comercio, el sector turístico y todo el aparato productivo de Colombia y el mundo colapso. Entonces comenzó el despido de empleados y trabajadores de todos los niveles y llegó la crisis; la comida empezó a escasear y el gobierno de Duque tuvo que decretar la emergencia económica con el fin de tratar de aliviar la situación de millares de familias afectadas por la pandemia, que arranco con todo su poder destructor. Desde el pasado 23 de marzo y hasta hoy nueve de agosto en nuestro territorio ha sido imposible contrarrestar la situación generada por el COVID-19, mientras la economía y la cuestión social perdieron su dinámica y por lo menos se requiere de unos cinco años para que Colombia recupere su normalidad institucional. AL PAIS LO SALVA UNA CONSTITUYENTE La Corte Suprema de Justicia le acaba de poner la trampa a esta “tragi-comedia”, que no cierre el telón porque todavía se encuentran en tarima los actores de la obra política. Algunos magistrados, al parecer los que le permitieron que el guerrillero y narcotraficante alias Santrich se volara del país, propiciaron la detención del expresidente Álvaro Uribe Vélez, por el caso surgido con el izquierdista Iván Cepeda, por un presunto delito que tampoco ha sido fallado por los famosos magistrados. Una pandemia más grave como es la corrupción rompió todas las ramas del poder público y hasta los organismos privados también fueron permeados, ubicando al país dentro del ranking mundial en el número uno como el más corrupto. En cuanto a los nuevos alcaldes y gobernadores ya hay algunos que se encuentran en las cárceles porque se robaron los recursos que tenían como destino beneficiar a las familias que perdieron sus empleos y que se quebraron en sus negocios, esos dineros estaban destinados a la compra de alimentos e insumos para la salud. Procuraduría, Contraloría y Fiscalías, destapan y no alcanzan a responderle al país castigado con todo el peso de la Ley a los corruptos que tanto daño le están haciendo a esta sociedad colombiana. Se insiste en una reforma a la justicia, pero existen intereses de todo lado y es casi imposible que al interior del Congreso de la República se puedan introducir profundos cambios en la conformación de las cortes y adoptar correctivos contra todas las prácticas de corrupción. El país debe entender que solo una Asamblea Nacional Constituyente puede cambiarlo todo: la justicia, la salud, la política, el sistema electoral, etc. Por ejemplo, una sola Corte y un Congreso unicameral de cien miembros, la eliminación de las EPS y fortalecer la salud pública, solo lo puede hacer la constituyente, que estaría deliberando antes de dos años. En conclusión, a Duque solo lo salva la Constituyente para que el país pueda recuperar la credibilidad en las instituciones y el fortalecimiento del sistema democrático.