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El golpe a la paz, es mortal

por: Omar Gamboa

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La movida de las objeciones es genial. A todo señor, todo honor, aunque nos duela. Estupenda la movilización de ayer contra las objeciones del Presidente Duque a la ley de reglamentación de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

Opìnión

Por: Octavio Quintero

Red GEZ

No podía ser menos… Se trataba de activistas políticos que representan al menos el 50% de los electores efectivos con que cuenta este país, unos 19,5 millones, según las últimas elecciones presidenciales (junio 27 del 2018).

Si hoy se convocara una movilización de respaldo a las objeciones del Presidente, es muy probable que otro tanto de gente igual a la de ayer, salga a las plazas.

Es el resultado matemático de la polarización política que registra el país hace 9 años, desde que Santos “traicionó” a Uribe y le dio por negociar la paz con las FARC-EP, una guerrilla que Uribe le había entregado casi extinguida a punta de bala, bala que, por demás, fue disparada a discreción de Santos, como ministro de Defensa de Uribe.

Desde entonces, este país ha vivido, en ese tema específico, entre la polarización y la paradoja. Como ejemplo de polarización, qué más que el plebiscito de octubre del 2016 cuyo resultado, ganado por el NO, en la práctica fue un empate técnico.

Y como ejemplo de paradoja, qué más que las dos elecciones del mismo Santos: la primera, en el 2010, aupado por la derecha para rematar a las Farc-Ep, y la segunda, en el 2014, aupado por la izquierda para resucitar a las Farc-Ep en democracia, a través de un acuerdo de paz suscrito a finales del 2016.

Tiene un sentido especial la advertencia que se hace en el párrafo anterior sobre, “en ese tema específico” porque, en todo lo demás, tanto el gobierno de Uribe como el de Santos y ahora el de Duque son, como se dice en el argot popular, “los mismos con las mismas”.

Nadie en el mundo, creo, había llevado a la práctica la recomendación de Maquiavelo a Lorenzo de Médici, en su famoso libro, El Príncipe: “Divide y reinarás”.

En efecto, es mediante esta polarización que desde el 2002 a la fecha, el debate a fondo contra el modelo neoliberal pasa de agache haciendo trizas el Estado Social, mientras los genios políticos nos incitan, elección tras elección, a votar con Uribe o contra Uribe. ¡Esa es la triste realidad!

El clamor por la paz de ayer, estoy seguro, no desveló a Duque anoche. De todas maneras, la lleva ganada. Si el Congreso acoge las objeciones, el proceso de paz sufre un duro revés; y si no las acoge en la Cámara, pero las acoge en Senado, donde al Gobierno le queda más fácil “negociar” la mayoría, peor, porque la ya famosa ley estatutaria sobre la reglamentación de la JEP deberá ser archivada a la luz del artículo 200 de la ley 5ª de 1992:

“Cuando una Cámara hubiere declarado infundadas las objeciones presentadas por el Gobierno a un proyecto de ley, y la otra las encontrare fundadas, se archivará el proyecto”.

Es decir, con cara gana Duque y con sello pierde la paz. La movida de las objeciones, en este sentido, fue genial. A todo señor, todo honor, aunque nos duela.

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