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Medio ambiente en lenguaje económico

por: Omar Gamboa

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El sabiondo secretario del Tesoro. Muy guapo con Greta y pusilánime ante el FMI. En materia ambiental, Colombia va de ‘caña’.   Opinión Por: Octavio Quintero Editorial El Satélite/REDGES “El calentamiento atmosférico está poniendo en peligro nuestro planeta y los niveles de vida del mundo entero”, dice el FMI en su informe especial emitido a través de “Monitor Fiscal 2019” y concluye que “la oportunidad para contener el cambio climático se está desvaneciendo”. Con más arrogancia que Trump (que es mucho decir), el secretario del Tesoro de EU, Steven Mnuchin, hablando en Davos y señalando a la joven activista ambiental, Greta Thunberg, dijo en tono evidentemente irónico: “debería estudiar economía en la universidad, antes de dar lecciones a Estados Unidos sobre sus inversiones en combustibles fósiles”. La intensificación de la crisis climática es una prioridad en la agenda del Foro de Davos este año, después de un periodo de 12 meses en el que se registró el año más caluroso en los océanos del mundo; el segundo año más caluroso en cuanto a las temperaturas medias globales, y se multiplicaron los incendios forestales desde EU hasta el Amazonas y Australia. Digamos que Greta no es economista, pero abundan los economistas en el FMI. De hecho, su principal función es trazarle rutas macroeconómicas al mundo, y es precisamente EU el principal país encargado de que las políticas del FMI se cumplan a rajatabla, menos en este caso, porque la política en la era Trump es lo ancho para EU y lo estrecho para el resto del mundo. Pero, aún así, el flamante Secretario del Tesoro debiera discutir estos asuntos del calentamiento global, en el estricto campo económico, con el FMI, no con Greta, y menos, con el mal disimulado ánimo de avasallarla ante el poderoso mundo que se da cita en Davos. Yendo al punto, el FMI dice: “Existen medidas de política y medios tecnológicos para abandonar los combustibles fósiles contaminantes a favor de fuentes de energía más limpias, manteniendo al mismo tiempo un crecimiento económico vigoroso y creando puestos de trabajo…” “El Monitor Fiscal sostiene que, de las diversas estrategias de mitigación, los impuestos sobre el suministro procedente de refinerías de petróleo, minas de carbón, plantas procesadoras, en proporción a su contenido de carbono— son la herramienta más poderosa y eficiente, dado que les permiten a las empresas y los hogares encontrar la manera más económica de reducir el uso energético y optar por alternativas más limpias”. Y agrega un dato de tremenda injustica social: “… La carga del impuesto a los combustibles fósiles, en proporción al consumo de los hogares, es mayor para los hogares de bajos ingresos, por ejemplo, en Estados Unidos”. O sea que las personas de menores recursos están aportando un mayor sacrificio a la estabilidad ambiental del mundo, para que las más prósperas puedan despilfarrar a sus anchas, como los mismos potentados que llegan a Davos en su aviones particulares y esplendidos carros contaminantes. Tal vez, al señor Mnuchin le gustaría más discutir estos asuntos con Stiglitz que con Greta. Pues, en su reciente artículo, “La verdad sobre la economía de Trump, el premio Nobel de Economía dice: “… Para colmo de males, el crecimiento económico no ha sido ambientalmente sostenible, y lo es todavía menos gracias a la destrucción, por parte de la administración Trump, de regulaciones que habían pasado por estrictos análisis de costo/beneficio”. “El resultado será un aire menos respirable, agua menos potable y un planeta más expuesto al cambio climático. De hecho, las pérdidas relacionadas con el cambio climático en Estados Unidos se dispararon, con una cifra de daños materiales que en 2017 llegó a un 1,5% del PIB, más que en cualquier otro país”.   Colombia, ‘inmarcesible’ En el contexto de este editorial, entra Colombia, que llegó a Davos ‘deslumbrando’ a la audiencia con la noticia de que el Gobierno Duque ha sembrado en sus 18 meses de ejercicio, 24,7 millones de árboles y espera este año cerrar con 60 millones y alcanzar la meta de 180 millones al final de su mandato. Más allá de si esto es medible, verificable y comprobable (dudas hay muchas), Colombia se aparta en lo esencial del objetivo 7 del desarrollo sostenible 2030: “energía asequible y no contaminante”, al incumplir el presidente Duque su promesa de “no fracking” en la exploración y explotación de petróleo y estar ad portas de reanudar las fumigaciones aéreas de cultivos de coca y marihuana con glifosato, un veneno de regreso en todo el mundo, altamente condicionado su uso aquí mismo por la Corte Constitucional, precepto que, al parecer, también se dispone a violar el Gobierno con tal de seguir las órdenes de EU     que, para eso, Colombia pasa con orgullo oficial de ser su primer vasallo. Parece que al presidente de los colombianos le gusta hacer el ridículo a nivel internacional, pues, a ese nivel de Davos ya se debe conocer un estudio científico-técnico que concluye que, más que reforestar lo que hay que extremar es la lucha contra la deforestación. Es más útil preservar un árbol maduro que sembrar uno nuevo. Así que su cuento de los 180 millones de árboles nuevos, si es cierto, constituye una decisión equivocada, ineficiente y costosa. Enlaces referidos: Monitor Fiscal 2019, FMI La verdad sobre la economía deTrump