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Los resentidos

por: Omar Gamboa

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Con amigos así… Crecen rumores sobre distanciamiento Duque-Uribe: es la primera vez que una protesta social produce resultados, sin haberse realizado.   Por: Octavio Quintero Grupo GES Entre Uribe y Pastrana se están tirando a Duque, y de paso al país. El Presidente, con un sentido atrofiado de la lealtad convertida en complicidad, va desarrollando un gobierno de resentidos. Delante de bastidores, una sala llena de espectadores le chifla, porque fueron atraídos con falsos carteles a una obra de postín que se ha convertido, al menos en lo que va corrido, en una mala comedia interpretada por peores actores que, si fueran payasos (con perdón de dos o tres), al menos, risa daban, pero, ni eso; lo que dan es rabia… Y esa es la que se puede expresar este jueves 21 durante la protesta, no porque lo quieran los espectadores, para seguir con el símil, sino porque lo están provocando los dos expresidentes resentidos y los consuetas que tienen apostados al pie del presidente Duque, precisamente, para que no vaya a salirse del libreto. El caso del consueta Botero, ubicado en la cartera de Defensa, es patético: como tuvo que prescindir de él, entonces le ordenaron que lo despidiera con honores y, de paso, nombrara a un sucesor de más alta bota guerrera, porque, “al que no quiere caldo, se le dan dos tazas”. Fue un acto parecido al del expresidente del Congreso, Macías, que, como no tenía ni idea del puesto, se echó al público encima y la respuesta del Presidente fue imponerle la Cruz de Boyacá. En el mismo libreto escrito por los resentidos, cae toda la estructura burocrática del presidente Duque, al menos, la que desempeña los papeles más sensibles de cara al público, por ejemplo, y, para terminar, el caso de Bieri, un censor caído en desgracia que esperó pacientemente unos cuantos meses para volver al estrado, porque, como diría una ley expedida por Murphy, “nada es tan malo que no sea susceptible de empeorar”. La memoria colectiva del ‘respetable’ puede recrear, en síntesis, casos similares de consuetas abominables que acompañan al Presidente, como la misma Vice o el Ministro de Hacienda; el antes Canciller y su sucesora; las de Interior y Obras Públicas; o los embajadores en Washington y la OEA y, de ñapa, el papelote jugado frente a Venezuela, apoyando un remedo de payaso posando abrazado a los rastrojos, paramilitares asesinos (¿redundancia?) otro de los tumores resucitados por los resentidos en el torvo ánimo de devolver el país a la guerra como una retaliación a la paz de Santos, el quid de todo. Colombia es sui géneris: en medio del fragor, los ‘enemigos’ ejecutan el mismo papel socioeconómico, porque lo manda el amo mayor: desde Gaviria en adelante (1990), los presidentes se pueden quedar calvos, agarrados de las mechas, pero nada con el modelo neoliberal. Saben que meterse con el modelo, es tener los días contados porque el gringo siempre está vigilante, mucho más desde que Pastrana le abrió las puertas de par en par a través del Plan Colombia (2001), con el pretexto de combatir el narcotráfico, que, desde entonces, quedó convertido en el mejor negocio del mundo (para la patria del gringo que es donde se queda la plata, mientras nosotros ponemos los muertos). Esa puede ser la diferencia de fondo de la protesta del jueves: realmente no se trata puntualmente de pedir más plata para la educación ni más empleos y mejor remunerados; ni un modelo de salud humana, no mercantilizada; ni más impuestos a los ricos y menos a los pobres, no al revés. Todo esto, y cien cosas más por las cuales pueden salir a protestar tirios y troyanos, se resume en el eslogan final que encontró Chile: “No son 30 pesos del metro, son 30 años de neoliberalismo”. Fin de folio: Anoche, lunes 18, CM&, en su sección 1,2,3 dijo que “Crecen las versiones sobre un serio distanciamiento entre el presidente Duque y el expresidente Álvaro Uribe”. Como han apuntado algunos columnistas, es la primera vez que una protesta social produce resultados sin haberse realizado.