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Regulando la protesta social

por: Omar Gamboa

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Regular la protesta social es por definición un absurdo. ¿Se imaginan a Bolívar pidiendo permiso al virrey para protestar contra él? Excelentísimo señor Antonio José Amar y Borbón: por medio de la presente me permito anunciarle que el próximo 20 de julio del presente año, vamos a derrocarlo. Att, Simón Bolívar.   Opinión Por: Mario Alejandro Valencia Envía: REDGES Obviamente a ningún régimen, que ha acumulado poder y dinero por medio del abuso, le gusta que protesten. Por eso los grupos antidemocráticos ya han avanzado en regularla, para que ésta sea de acuerdo a los criterios que decide el abusador. Ahora hay que pedirles permiso para denunciar sus fechorías, enviar una carta dos días hábiles antes y contarles en qué sitio y hora la población puede indignarse. Todo calculado para que el que proteste no vaya a poner en riesgo el estado actual de cosas. Culturalmente también han tenido mucho éxito en regularla. No son pocas las voces, incluso de personas cultas, que denigran contra la protesta social, desconociendo que el principal elemento de transformación de los sistemas políticos ha sido la protesta. Sin protesta la humanidad estaría en el esclavismo y en el oscurantismo de la Edad Media. La revolución científica, la revolución francesa, la revolución industrial, la revolución de independencia de Estados Unidos, de todos los países de América, la derrota de los esclavistas Estados Confederados de América. La revolución rusa, la revolución china, las protestas contra la guerra de Vietnam, las luchas por la liberación femenina y la equidad de género, por los derechos de los homosexuales, en favor de la firma del acuerdo de paz con las Farc. Y las recientes por la protección ambiental, todos avances indiscutibles de los que gozamos la humanidad en conjunto hoy en día, son el resultado de la protesta social. No debe extrañar entonces que las personalidades que representan a la clase social más retrógrada, que mantienen las ideas de atraso, subdesarrollo y dependencia, que no reconocen el valioso papel de la diversidad y de la producción mercantil como motores del bienestar, que están cómodos en sus palacios haciendo negocios, sean los que propongan regular la creciente protesta que avanza contra ellos. El papel de la fuerza pública es proteger a la población de la delincuencia, vandalismo, terrorismo y criminalidad. No de reprimir la protesta, aunque esta sea contra sus jefes temporales. Por demás está aclararles que la calle también pertenece a quienes protestan, porque pagan los impuestos con que se construyen las vías públicas. El que sean públicas define el derecho a usarlas no solo para transitar en flamantes vehículos sino para protestar cuantas veces sea necesario. Al que no le guste la protesta que haga bien las cosas o que renuncie. La historia ha demostrado que al final quienes protestan siempre terminan ganando.