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Ahora «atracos a domicilio» en Fusagasugá, Cundinamarca

por: Omar Gamboa

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Cuando lo despertaron a golpes, insultos y gritos lo primero que vio fue cuatro encapuchados que rodeaban su cama, uno de quienes no paraba de castigarlo en cabeza y cara con la cacha del “chango”, la misma arma con que, en momentos, le apuntaba directo al cráneo   Tampoco podrá borrar de sus recuerdos el fuerte olor a suciedad de quien lo sujetaba por el cuello para obligarlo, entre una y otra amenaza, a entregarles todo cuanto tuviera de valor. Había decidido ir a hospedarse en casa de un allegado suyo en el sector del Mirador de San Luis, extremo sur de la Pampa y Fusagasugá, Cundinamarca, huyendo de los peligros de la pandemia y la inseguridad en las calles. El lugar, una urbanización en proceso, desde hace mucho tiempo se convirtió en inexplotado atractivo turístico; es todo un espectáculo contemplar desde allí la belleza sin límite del altiplano de Chinauta, las cordilleras que lo rodea y, más allá, las majestuosas siluetas de las montañas hasta donde la vista alcanza a llegar. Su tranquilidad, sin embargo, empezó a cambiar; de un tiempo para acá el apacible refugio comenzó a notar la presencia de personas extrañas que deambulan a toda hora del día y la noche. Como en las residencias y sin ninguna otra posibilidad ante el silencio de la Alcaldía de Fusagasugá, los negocios comenzaron a colocar rejas para evitar ser presa de la delincuencia que ya echó raíz en el sector; por lo menos así lo consideran algunos moradores con quienes conversaron los Reporteros Día a Día. Enfrentados a su suerte Insisten en que no han valido los llamados a las autoridades; ni la pasada ni esta administración han prestado atención a las angustiosas peticiones para que adopten medidas encaminadas a garantizarles la tranquilidad. Solo, a manera de respuesta indirecta, han escuchado que diferentes voceros de la Alcaldía se refieren al tema indicando que “todo el asunto de inseguridad es cuestión de percepción”; sin embargo, para ellos, los dolientes, la realidad es otra. Lo comprobaron cuando acudieron en ayudas de don *Manuel (nombre cambiado para proteger su identidad) esa noche del viernes 31 de julio. Recuerdan que los atrajo la gritería proveniente de una casa ubicada en una cuadra escasamente poblada; después supieron que eran los asaltantes quienes, como fuera, martirizaban a su “víctima a domicilio” para obligarlo a que les entregara dinero y cuanto poseyera de valor. Varios de los vecinos, en principio desconcertados, corrieron hacia el lugar donde “algo extraños estaba sucediendo”. Observaron cuando un grupo de hombres, a quienes no pudieron identificar en medio de la oscuridad, se alejaban precipitadamente del lugar. Huyeron cuando se dieron cuenta que el barrio los había descubierto y que no tenían otra alternativa que aplazar el golpe ante el temor de que las cosas se volvieran en su contra. Ya adentro los vecinos se tropezaron con don *Manuel quien, sumido en shock, no sabía para dónde caminar; estaba completamente desorientado y ensangrentado. Como pudieron lo trasladaron al Hospital San Rafael en donde lo estabilizaron y le cogieron un buen número de puntos para cerrarle las heridas. Entre tanto sus amigos del barrio procedieron a asegurar el sector y la casa asaltada. Se percataron que los “bandidos reales”, no producto de “percepción alguna”, trataron de llevarse el vehículo de don *Manuel. Por alguna razón no pudieron ponerlo en marcha; los vecinos se dieron cuenta de ello por cuanto lo encontraron abierto y con las llaves prendidas al suiche. El capó del carro también estaba levantado en posición de revisión mecánica; algunos cables conectados a la batería y al sistema de encendido así lo insinúan. Un par de horas más tarde, hacia las 2 de la madrugada, los bandidos regresaron; trataron de ingresar nuevamente a la casa con el propósito de completar el robo. No pudieron; amigos de la víctima, temiendo lo que sucedió, le colocaron más candados a la reja por cuanto, a esas alturas y ante la falta de respuesta de las autoridades que nunca llegaron, no descartaban un nuevo intento de los bandidos. Horas después y rodeado de un grupo de amigos que les sirvieron de “escoltas”, don Manuel regresó por su carro y lo poco que le quedó del asalto. Aún sumido en crisis nerviosa no supo decir cuánto le robaron; lo cierto es que no encontró “ni las monedas” que le habían sobrado del día anterior. Tampoco halló el celular, ni el reloj y algunas otras cosas de valor. Como pudo, en su carro que ahora sí prendió, salió corriendo para otro lugar tratando de ponerse a salvo de los delincuentes. Lo que no sabía era que, dadas las actuales circunstancias de Fusagasugá, para donde fuera, se enfrenta a los mismos riesgos con diferentes hampones. Algunos vecinos del Mirador de San Luis, desconsolados, hicieron recordar versiones de prensa en donde se advertía sobre anuncios oficiales relacionados con el incremento del pie de fuerza de la Policía en la ciudad. Solicitudes sin respuesta Dirigentes de la Comuna, sin éxito, han buscado respuestas concretas ante la Alcaldía; solicitaron la convocatoria de un Consejo de Seguridad, pero, insisten, el mandatario Jairo Hortúa no los ha querido escuchar; tampoco la Secretaría de Gobierno. No encuentran explicación al hecho de que, teniendo una Escuela de Policía y una base militar en el sector, la administración municipal no les haya pedido que participen en tareas de patrullaje y vigilancia como parte del ejercicio que les corresponde a unos y otros uniformados. “Hace falta gestión”, insiste el dirigente Nelson Molano; explica que el pie de fuerza de la Policía es insuficiente. En efecto desde hace un par de años diferentes voces se han escuchado en ese sentido. Sin embargo, ni la anterior administración del Junto si Podemos ni esta de “Primero la Gente”, hizo o hace honor a sus compromisos con las comunidades. Entendidos advierten que Fusagasugá, Cundinamarca, enfrenta serios problemas debido al insuficiente número de agentes, al igual que adolece de los equipos requeridos para atender el elevado número de casos de inseguridad que registra la ciudad. Tampoco encuentran explicación a las políticas promovidas desde la Secretaría de Gobierno en donde se habla de llegarle al hampa con “cultura ciudadana” para convencerlos de que dejen de asaltar. De don *Manuel no se volvió a saber nada; el vecindario, después y con las primeras luces del día, desde afuera inspeccionaron la casa asaltada; trataban de conocer cómo era que los bandidos habían penetrado a la vivienda. Vieron rastros que les hace pensar que los hampones ingresaron por el segundo piso en construcción. Tienen pruebas de que el asalto fue así; quisieron guardarlos con la ilusión de entregárselo a la autoridad si estas deciden ir a visitarlos. Los cierto es que, pareciera, Fusagasugá se está convirtiendo en pionera de una nueva modalidad delictiva; ahora no solo la población cuenta con el servicio de compra desde casa con despachos a domicilio. El hampa comenzó a ponerse a tono con las exigencias de la pandemia: atracan a domicilio. [caption id="attachment_39590" align="alignleft" width="443"]Mirador de San Luis, Fusagasugá, Cundinamarca Una casa de esta cuadra en el Mirador de San Luis fue asaltada por una banda de hampones que ahora atracan a "domicilio" en Fusagasugá, Cundinamarca.[/caption]