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A prueba de fuego…

por: Omar Gamboa

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La doble instancia puede ser un “sapo” de mal sabor, pero no un adefesio jurídico.   Opinión Por: Octavio Quintero Grupo GES La oposición política puede estar perdiendo una linda oportunidad de zanjar una discusión urticaria con el Centro Democrático del expresidente Uribe, oponiéndose al proyecto de ley sobre la doble instancia que cobijaría retroactivamente a todos los aforados condenados a partir de la expedición de la Constitución del ’91. Primero, jurídicamente, es conveniente que Colombia aplique, en todo caso, las garantías judiciales previstas en la Convención Americana de Derechos Humanos (art. 8, numeral h: “…derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior”), y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 14 “… Igualdad ante la ley”), ambos tratados suscritos e incorporados al bloque de constitucionalidad nacional. Dejar que sea la misma justicia la que vuelva a pronunciarse sobre la suerte del exministro Andrés Felipe Arias, cerraría la boca de ‘tirios y troyanos’, no solo hablando de la polarización entre los combatientes políticos que nos asfixia, sino esencialmente, a la opinión callejera que, en virtud del lenguaje incendiario que con frecuencia se disparan los de arriba, nos mantienen “cargados pa’tigre”. ¿Qué también se abre de nuevo todo el proceso de la parapolítica? Bueno: si el primer derecho sustancial que todos tenemos es la justicia, confiemos en que la justicia sabrá estar a la altura de las circunstancias. Sociedad que desconfíe de su sistema judicial, es una sociedad que necesita pasar por el fuego, como el oro, para medir su pureza. Segundo, sería oportuno también bajar de su pedestal a los aforados y ponerlos a nivel de la justicia ordinaria, como todos los colombianos. En este aspecto, puede inclusive este PL contribuir a descontarle ventajas a la corrupción que se plasma en todos los casos que caen en la escombrera política de la Comisión de Acusaciones e Investigaciones de la Cámara de Representantes. No hacer lo mismo No se puede, éticamente hablando, descalificar a nadie con la misma práctica que se le critica: acusar con arrogancia a alguien de arrogante, o de intolerante a alguien con igual o superior nivel de intolerancia, por ejemplo. Si el gran debate que se tiene de fondo en el país es el Acuerdo de Paz suscrito con las Farc-Ep, porque –dicen los críticos—favoreció a “delincuentes-terroristas”, oponerse ahora a la doble instancia porque, supuestamente, podría favorecer a un “delincuente”, ripostan del otro bando, podrían asimilarse los casos. La reconciliación conlleva el sacrificio de “tragar entero” cosas que, de otra forma, seguirían anudadas en la garganta ahogándonos. La figura de la doble instancia con retroactividad puede ser un “sapo” de mal sabor, pero no un adefesio jurídico. Por eso, y por mucho más, la oposición de la Oposición a la doble instancia, parece una carta política mal jugada que, todavía, pudiera retirar con condiciones: esa, por ejemplo, de eliminar del panorama judicial del país, la figura de los aforados que personifica una justicia “a la carta”. *Encuentre y reciba más información de Cundinamarca uniéndose al fan page:  https://goo.gl/13uuPz *Espacio publicitario